Au revoir
Parece simple retórica cuando releo lo que escribo sobre avanzar. Es tarea casi imposible. Sobre todo porque las vueltas del destino son desatrosamente crueles.
Anoche tuve una charla franca conmigo mismo respecto al tema de siempre. Y traté de ser lo más diáfano posible en cuanto a mis sentimientos pasados y presentes, intentando cambiar los futuros. Y había prometido dejar ir todo ese cúmulo de emociones que tengo reprimidas: a veces dolor, a veces decepción, a veces resignación, a veces un amor inconmensurable, a veces una tristeza eterna. Hoy así lo sentí. Esa tristeza terriblemente profunda que parece hacerte llorar hasta secarte, pero que a pesar de ello las lágrimas no salen.
Te vi de lejos, como he esperado por días. Y fue tan duro como la última vez. En esta oportunidad completamente convencido de que tu no te percataste de mi presencia, mientras yo te seguía con la mirada suplicante, con el corazón contrito y con el deseo de caminar contigo. Pensé en las milésimas de segundos que nos evitaron el encuentro, y agradecí que así fuera. Pero no por ello dejo de desear lo que deseo. No sé si tu dolor se ha apaciguado, si la ofensa sigue hiriendo tu orgullo, si tu desprecio ha decantado por fin. Pero en mi mundo irreal quisiera que así fuera, y que la ilusión de un reencuentro fuese al menos posible. Para un café, para un no hacer nada, para sentir tu compañía.
No hay manera de creer que algo así sucediera. Y, sin embargo, siento que espero por ello con la misma actitud infantil de siempre. Por ello me excuso ante la vida. Porque soy el autor de mis penas.
Te vi como si los años hubieran acelerado su paso sobre tu vida. Tu mismo caminar pausado, y ese aire de tristeza que parece acompañarte siempre. Quizá estupidez mía, y eres la persona más feliz del planeta. Mas bien pueda que proyecte sobre ti mi propia visión. Me soprendió seriamente pensar lo mayor que luces. Y cómo jamás te vi de esa manera. Y te vi partir. Para grabar en mi mente una última versión de ti. Para abrirte la puerta e intentar dejarte en libertad de una vez por todas. No porque al igual que yo permanezcas en cautividad, sino para que las cadenas que te atan a mi recuerdo se rompan todas.
Adiós. La despedida que nunca tuvimos te ha hecho vagar por mi memoria demasiado tiempo. Pero yo estoy en un purgatorio mental que me cuesta horas de sueño. Tengo el alma fatigada, y el corazón seco. Merezco darte tu lugar en mi historia, y dejar que el tiempo siga pasando. No para olvidarte, porque no parece haber manera. Pero para cesar la espera ansiosa de cruzarnos en este camino otra vez. Ya por esta vida nuestro ciclo se cumplió. Agradezco con mi ser entero todo lo vivido junto a ti. Me hizo despertar a una realidad distinta. Me endulzó la vida y me astilló los huesos. Todo al mismo tiempo. Por culpa de mis carencias creé una historia imprecisa, y le di el peor de los finales, por no comprender que mi locura hacía fricción con la realidad. Por ello me perdono a mi mismo. Y te ofrezco mi disculpa por ser víctima de mis desequilibrios y no verdugo por mis ofensas.
Comentarios
Publicar un comentario