Epitafios

Hace 5 meses desde que te vi por última vez. Ese día no pensé que sería el último. Pero al ir repasando las palabras y las acciones todo parecía indicarlo claramente. No pensé burlar tu astucia, en lo más mínimo. Solo creí que como adulto pensante no le pararías bola a una carajitada como esa, y que no sería más que una arrechera leve.

Sin embargo, ese día moriste. Y desde entonces he llorado tu ausencia, he guardado el luto, he vivido el duelo.

Intenté revivirte. Embalsamé tu cuerpo, te llevé flores a tu tumba, te hice hasta los novenarios. Tu cadáver hedía. Pero yo confiaba en algún don sobrenatural que te levantara de tu lecho de muerte. Esperaba decir "desatadlo y dejarle ir", pero te habías ido. Para siempre. Estabas en ese limbo desconocido. Te invocaba como el más experto de los espiritistas. Intentaba traerte de vuelta entre los vivos, pero era imposible. Habías muerto. Después de tantas veces. Pero esta era definitiva.

Como ecos de ultratumba, logré escuchar tu voz. Parecía otra. Ya no hablaba con tiernos acentos. Era aguda, como una espada de dos filos. Estaba lista, presta para el agravio, como si eso calmara tu ira, apaciguara tu dolor o menguara tu desprecio.

Y desperté y vi que tu aún vivías. Que quien había muerto era yo. Y que yacía en la profundidad del hades mientras mi cuerpo corrupto se descomponía esperando una resurección que nunca llegaría. Y me entregué a la muerte. Con resignación y calma. Y desde ese día mi espíritu vaga buscando paz.

"Si nuestra amistad depende de cosas como el espacio y el tiempo..." se lee sobre la loza.

Que en paz descanse.

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