Disertaciones.

Hoy es uno de esos días en que la vida molesta. Parece que pesa y se arrastra.

Hay algo que perturba esa supuesta calma temporal, y ni siquiera aquello que ha sido puerto seguro durante este tiempo es fondeadero para una barca golpeada por las olas y la tempestad.

No sé qué razones haya, ni le busco explicaciones, porque terminaría hastiado, insomne y depresivo. Y hace ya tiempo que esos espectros no rondan. Invocarlos sería irracional. Alimentarlos, absurdo.

Pero reconocerlos es sabio, y alejarlos, aún sin la certeza de que vengan de visita es apropiado. No sé por qué insisten en tocar a mi puerta, cuando los he expulsado sin ánimo de recibirlos. Pero siendo absolutamente honestos, sé que merodean buscando espacios vacíos. Y hoy están muy cerca, tanto que percibo su podredumbre y miseria.

Ha sido un tiempo grato. Pero no siento en este momento certeza ni de querer existir. Siento una imperiosa necesidad de escapar de mi realidad, aún de esa parte de ella que me motiva, porque no siento fuerzas para luchar contra ella. No hoy. No ahora.

Tengo temores. De mí mismo, y del entorno. Y tengo pocas ganas de lidiar con mis ansiedades con racionalidad.

Tal vez sea hora que la vida vuelva a cambiar. En ese eterno ciclo que sigue. En su vaivén. En su incertidumbre. Igual hoy no hay viento que empuje las velas. Hoy hemos echado anclas en altamar, solo como simulacro, y vamos al ritmo de las olas, inciertos, inseguros, inestables.

Hoy la vida pesa.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Ojalá nunca hayas leído nada de lo que te he escrito...

En libertad

Invicto