El número maestro

Son 33. No los reconozco, ni siento haberlos vivido todos. Pero son 33 revoluciones alrededor del sol. Y yo haciendo historias. Algunas tan vívidas que parecen tiempo presente. Otras tan borrosas que no sé si son memorias o inventiva de mi psiquis.

Hoy me dió por recapitular. Fue un recorrido interesante, pero no necesario. Es más grato el presente. En el están los de siempre. Los indispensables. También los fieles. Los hay cordiales pero irrelevantes. Los hay sorpresivos por su buena memoria. Y los hay indiferentes. Los hay detallistas, como negarlo. Y los que se esfuerzan por contar, pero nos aburren con su insistencia.

Tengo suficiente para sentirme dichoso. Aunque no lo discierna. Pero haré un esfuerzo por reconocerlo. Tengo una compañía no indispensable, ni imprescindible. Mucho menos platónica que hace días, quizá. Pero con gestos impensables que me hicieron sonreír con honestidad. Los valoro con gran deferencia. Pero en este nuevo "abordaje", reconozco con más cordura qué no es, y qué es. Aunque prometí suprimir racionalizaciones innecesarias.

Hoy fue un buen día. No subjetivando hechos con la trivialidad de un aniversario. Sino considerando que tuve la compañía que deseaba, en un lugar ameno, el sabor de un espumoso capuccino, una plática sutil y líricas de Aznavour. Todo añadió su cuota justa para archivar nuevos recuerdos y hacer de este un día diferente. Y memorable, por qué no. Azul, rosa o magenta. Yo lo vivo como se me antoja.

Dicen que los 33 son la edad de plena felicidad. Se deja la ingenuidad  e imprudencia de la juventud. Se vive la madurez y la racionalidad, pero se conserva aún el ímpetu y vigor de la adultez temprana. Igual ya no sé de música, tv o jergas. Tengo más canas y pelo en otros lados menos comunes que en la cabeza.

Quiero menos sueños y más realidades. Empezaré a crearlos con mayor compromiso. Tengo copiloto para este viaje. Y aún si se bajare en el camino, el trayecto ya estará trazado. Anhelo que donde sea que nos lleve, lleguemos juntos. Pero en este mundo nada es más constante que el cambio.

No más palabrería por hoy. Es el tiempo de Morfeo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Ojalá nunca hayas leído nada de lo que te he escrito...

En libertad

Invicto