Ausencias
La mente tiene lugares peligroso. Donde es mejor no ir por precaución. Pero por más que uno amaestre los pensamientos, alguno que otro pudiera desviarse.
Ya es lunes y el desvelo preocupa, no tanto por el sueño diurno, sino por la cefalea incesante. Pero a pesar de haber firmado un pacto de no agresión, mis cavilaciones se acumulan silentemente, hasta que ensordecen la realidad con sus ruidos.
Simplemente pensaba. Porque en la insensatez de las pequeñas cosas hay grandes significados para un alma atribulada como la mía.
Esos conversatorios fraternales remueven demasiadas cosas. Y es que la última vez que la ingenuidad me ganó, yo mismo quebré a mi ídolo de barro. Porque aún creyéndolo de oro, se corroyó como hierro.
La verdad este fin de semana fue de ausencias. Dije que no sobrepensaría más las cosas. Porque no vale la pena. Porque arruina ese autoengaño que alegra los días que pasan. Y sigo halando los días por venir como esperando algo, sin certeza de lo que es.
Quisiera poder incluirte en mis planes que no existen, pero no puedo disponer de ti como si tu sintieras las mismas ganas de verme o estar conmigo. A veces es solo "necesidad". Y que duro es llegar a entender que no fuimos, no somos y quizá tampoco seremos necesarios jamás.
Y así volví a aquél lugar inhóspito donde los fantasmas rondan. Sobre el famoso sofá blanco, ¿recuerdas?, Donde abrazar era siempre permitido, y besar era inevitable. Hoy abrazo con medida, y casi nunca beso. Interrogantes surgen miles. Y de ninguna me gusta la respuesta. Antes, esos besos eran como para borrar el silencio de ausencias. Hoy esas ausencias causan un sentimiento muy parecido, pero son casi indelebles, porque no hay como atenuarlas.
Fui aconsejado a diseminar mis intereses para menguar ansiedades. No lo he logrado todavía.
Cuánta falta me hacen todas esas que cuento como ausencias. Las madrileñas que esporádicamente vuelven. Y las que estando cerca parecen siempre lejanas.
A pesar de ello, hacer mención de vos es solo exaltar lo bello, lo virtuoso, lo bueno. Es mejor que para dejar tu anonimato entre los míos siempre seas esa versión de tí que me hace ahogar con "te extraño"s no dichos, para no imponer respuestas que no quiero escuchar, o que se pierdan en ese mar de irreciprocidades que nos separa.
No hace falta más que deseo y voluntad para ser presencia. Hoy, como ayer, solo somos los no presentes. No pido un sofá blanco y noches de abrazos. Basta con un "buenas noches".
No soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme...
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