Solo para locos.
Aprovechando el asueto de pascua fui de visita al teatro. Un rato de esparcimiento en un día tan nulo como el viernes santo nunca cae mal.
Sentía la curiosidad de conocer sobre la historia de Edmundo Chirinos, reconocido psicólogo, psiquiatra y político venezolano, quien se vió envuelto en un escándalo mediático a raíz de la muerte de una de sus pacientes, quien según las investigaciones, fue violada y asesinada durante una consulta clínica.
La pieza teatral está basada en la publicación homónima "Sangre en el diván", transcripciones de una serie de entrevistas realizadas a este personaje mientras se encontraba privado de libertad.
Se nos muestra a un hombre cuya egolatría desbordaba. Habla de su niñez y juventud, sus logros y su ambición personal. No se hasta que punto es parte de la caracterización psicológica de este individuo por un brillante actor para dar jocosidad al relato, y que parte es la realidad. Sin embargo, es indiscutible que se trataba de un hombre muy culto pero con severos trastornos. Como psiquiatra conoció los secretos personales de una cantidad de líderes políticos de la historia contemporánea de Venezuela. Sin embargo, no es sobre ello que deseo escribir.
Este hombre cuenta, según las entrevistas que inspiran el guión, que a los 14 años ya había leído el Lobo Estepario de Herman Hesse, y que se identificaba con uno de sus capítulos, Solo para Locos.
Cuenta que sus principales obsesiones en la vida fueron dos: entender la locura, y entender la muerte. Para resolver la primera, explica, jugaba metras con los locos de la plaza de su pueblo. Para la segunda, se hizo médico.
Me gustaría leer el libro, solo para ahondar un poco mas sobre esto, que sucinta pero eficazmente mencionan sobre el cuestionado Edmundo.
Lo curioso del asunto para mí es encontrar tantas similitudes entre este Dr. Chirinos y mi persona. Una necesidad de entender y fascinarse por temas que me resultan tan atractivos. Una soberbia no ajena, un narcisismo irremediable. Me llevó a pensar que, cada cual en su elemento, yo soy como Chirinos, un loco.
Me cuesta poner en orden las ideas, porque me abruman los muchos puntos de convergencia. Soy un loco. Quizá aún no al nivel de este señor, pero al fin un loco.
En el lobulo frontal se dearrolla el pensamiento de la razón. Nuestro cerebro funciona a base de reacciones neurobioquímicas, y es partir de deficiencias en nuestros impulsos sinápticos que se presentan cuadros clínicos de insanidad mental, como por ejemplo la esquizofrenia.
Uno lo dice en broma, pero tal vez esas múltiples versiones de uno mismo sean el primer indicio de esta locura. El eterno dilema de lucha contra las ideologías, inclusive religiosas, un alto concepto del "yo", una exageración de virtudes propias, parecen todos rasgos de la personalidad de este señor, quien a fin de cuentas no era mas que un loco, reflejados en mí como un espejo.
Ojalá no ceda yo ante mi decadente parte oscura. Ojalá pueda yo mantener enjaulado a mi lobo irracional. Ojalá pueda yo no tener que cercarme y guindar en la entrada un cartel que anuncie "ENTRADA NO PARA CUALQUIERA. SOLO PARA LOCOS", y comience a repetir como Chirinos, yo estoy bien, yo estoy muy bien.
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