Quiero comprarle a la vida cinco centavitos de felicidad.
"Los motivos adultos, o quizá las excusas adultas de los miedos que vienen después, no son fantasmales, sino insoportablemente reales. Sin embargo, a veces les agregamos fantasmas de nuestra cosecha, ¿no te parece? A propósito, ¿cómo andan tus fantasmas? Dales proteínas, no sea que se debiliten. No es buena una vida sin fantasmas, una vida cuyas presencias sean todas de carne y hueso."
Es época de muchos cuestionamientos. De mucho anhelo de serenidad. Y ya no tanto por los factores exógenos que azoraron las llamas, sino porque el infierno personal ha devastado casi todo, y la pulcra loza que cubría la tumba fue removida. No son 27 vampiros. Y he descubierto que Legión no es muchos, sino uno solo. Soy yo.
Me es fácil identificarme con un cuadro depresivo. De esos que continuamente he superado, pero que no dejan de infundir cierto temor en mi débil raciocinio. Porque no todas las veces se tiene la cordura de enderezar la vía por propios medios. Y si no, pregúntale a Pablo que tal le fue. Pero eso es un duelo ya clausurado. Sin embargo, cuando la vida no da señales de responderte, entonces grítale tu mas fuerte a ver si así hace caso.
Me niego a la vida que llevo. Y me niego a la vida futura que me crea ansiedades. Me niego porque ya tuve suficiente. Porque he probado todo lo que he querido. Y me ha sido suficiente. Y porque ya la copa se ha rebasado. Y no tiene mucho sentido seguir dando coces contra el aguijón.
Tropezar con la piedra no es lo mismo que tomarle cariño. Hoy soy bastante estúpido, un poco más que ayer, y mucho más que hace 30 días. Cuando cambié lo usual por lo extraordinario comencé a perder. Hoy le firmo a la vida mi capitulación.
Cuando te sientes tan listo para partir, no es para asumirte desde la posición de víctima. Es porque mientras el mundo es a full color y alta definición, el propio sigue siendo en blanco y negro.
Me cansé de la vida hace años, pero he seguido el juego como buen perdedor. Cuando pasados los 30 seguía respirando supe que mi desafío era seguir atado a esta realidad a la cual no pertenezco. He aprendido que no morir no significa vivir. Que si mentalmente me programo quizá mis funciones cesen y llegue la redención del sueño eterno mientras descanso.
No necesito el temor infundado de una cárcel espiritual cuando el cautiverio del alma es aquí y ahora.
Cuán feliz era cuando no entendía nada por no haber vivido nada. Ahora que, sin haber vivido ni entendido todo, las cosas son tanto o más complicadas, elijo la simplicidadad de la ignorancia.
No es sano, para la razón ni para la emoción, ese interminable anhelo de figurar en el mapa de otros. De dejar de parecer invisible. De entregar a caudales para recibir en gotas. No es justo para mi mismo alimentar dolores nuevos cuando los viejos siguen vigentes.
Hay mayor placer en la buena soledad, que en angustiosa compañía. No soy un limosnero sentimental para andar mendigando afectos, solo soy un interdicto del corazón, manipulado por sus propias carencias, ilusionado por sus mundos de fantasía, persiguiendo idilios juveniles en época de 50 sombras.
-“Te amo” - dijo el principito…
-“Yo también te quiero” - dijo la rosa.
-“No es lo mismo” - respondió él…
"Querer es tomar posesión de algo, de alguien. Es buscar en los demás eso que llena las expectativas personales de afecto, de compañía…Querer es hacer nuestro lo que no nos pertenece, es adueñarnos o desear algo para completarnos, porque en algún punto nos reconocemos carentes.
Querer es esperar, es apegarse a las cosas y a las personas desde nuestras necesidades. Entonces, cuando no tenemos reciprocidad hay sufrimiento. Cuando el “bien” querido no nos corresponde, nos sentimos frustrados y decepcionados.
Si quiero a alguien, tengo expectativas, espero algo. Si la otra persona no me da lo que espero, sufro. El problema es que hay una mayor probabilidad de que la otra persona tenga otras motivaciones, pues todos somos muy diferentes. Cada ser humano es un universo. Amar es desear lo mejor para el otro, aún cuando tenga motivaciones muy distintas. Amar es permitir que seas feliz, aún cuando tu camino sea diferente al mío. Es un sentimiento desinteresado que nace en un donarse, es darse por completo desde el corazón. Por esto, el amor nunca será causa de sufrimiento.
Cuando una persona dice que ha sufrido por amor, en realidad ha sufrido por querer, no por amar. Se sufre por apegos. Si realmente se ama, no puede sufrir, pues nada ha esperado del otro.
Cuando amamos nos entregamos sin pedir nada a cambio, por el simple y puro placer de dar. Pero es cierto también que esta entrega, este darse, desinteresado, solo se da en el conocimiento. Solo podemos amar lo que conocemos, porque amar implica tirarse al vacío, confiar la vida y el alma. Y el alma no se indemniza. Y conocerse es justamente saber de vos, de tus alegrías, de tu paz, pero también de tus enojos, de tus luchas, de tu error. Porque el amor trasciende el enojo, la lucha, el error y no es solo para momentos de alegría.
Amar es la confianza plena de que pase lo que pase vas a estar, no porque me debas nada, no con posesión egoísta, sino estar, en silenciosa compañía. Amar es saber que no te cambia el tiempo, ni las tempestades, ni mis inviernos.
Amar es darte un lugar en mi corazón para que te quedes como padre, madre, hermano, hijo, amigo y saber que en el tuyo hay un lugar para mí.
Dar amor no agota el amor, por el contrario, lo aumenta. La manera de devolver tanto amor, es abrir el corazón y dejarse amar.”
-“Ya entendí” - dijo la rosa.
-” No lo entiendas, vívelo” -dijo el principito.
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