De amor y otras adicciones
Viernes. Como hace días no los veía. Como los conozco. Como es mi costumbre. Con ese temor al sábado, y el terror del domingo. En la soledad de mis cuatro paredes, donde rebotan mis pensamientos abollándolas con la fuerza de la insatisfacción.
Es conocido mi historial de tristes anécdotas. Y mas deprimente aún la reiteración de los hechos. Esos que hacen que mis múltiples yo me señalen con agravio e ignominia, porque ellos si saben cuanto he perdido de mi mismo para no ganar nada. Excepto nuevas rutinas que no son para nada recomendables para alguno con las deficiencias psicológicas y cuasi psiquiátricas que me definen.
Debo enderezar mi senda, por respeto a mis principios. Y de hecho, por respeto a mis finales también. Porque no es aceptable supeditar mi ánimo a nada ni nadie. Especialmente a nadie. Pero el corazón tiene razones que la razón no entiende, explica Benedetti.
No es amor. Es otra cosa imprecisa. Pero el amor, estoy seguro, no es esto que siento. Es una adicción terrible. Una obsesión, quizás. Un sire bond. Pero no un sentimiento genuino que eleva e inspira. No una fuerza motivadora que infunde energía para vivir. Puesto que no siento ninguna de ellas. Mas que un instinto de acecho, una curiosidad insaciable y un desenfreno de emociones. Que no nacen del alma, porque la luz se allega a la luz. Entonces debo reconocer que son mis tinieblas, aún densas y envolventes, las que dictaminan mis parámetros para buscar mala compañía. Porque la obscuridad se allega a la obscuridad.
No tengo el don de parecer virtuoso, sensible y humanitario. Pero es un secreto anhelo del alma, que me engaña para verlo en otros. Que han alcanzado la perfección en la práctica de ser como encantadores de serpientes, cuya música hipnotiza y persuade suavemente. Es como aquellos lazos de lino que el diablo colocaba a los jovencitos de Don Bosco en sus sueños. Hasta asirlos, inmóviles, en sus trampas y fraudes.
La estratagema es brillante. Pero caduca el 06 de julio de los corrientes. Porque antes, estoy seguro, seguiré enredado en ella de propia voluntad, porque carezco del carácter para abandonarla. Porque si una adicción no se disfruta, no es tal cosa. Y uno no se flagela por puro dolor. Es mas por sadismo.
Demasiadas veces he jugado el perverso juego de la felicidad. Cuando es un concepto irracionalmente extraño para mí. Cuando conozco que "toda verdad puede ser comprendida en un conjunto más amplio". Y por eso mi abnegado esfuerzo por conocer los hechos, "como eran, como son y como han de ser."
"Can anyone know the truth? Some of the greatest minds that have ever lived on this earth have attempted to answer that question. The elusive nature of truth has been a favorite theme of history’s great poets and storytellers. Shakespeare seemed especially intrigued with it. The next time you read one of Shakespeare’s tragedies, notice how often the plot turns on a misunderstanding of an important truth.
Now, never in the history of the world have we had easier access to more information—some of it true, some of it false, and much of it partially true.
Consequently, never in the history of the world has it been more important to learn how to correctly discern between truth and error.
Part of our problem in the quest for truth is that human wisdom has disappointed us so often. We have so many examples of things that mankind once “knew” were true but have since been proven false.
Part of the reason for poor judgment comes from the tendency of mankind to blur the line between belief and truth. We too often confuse belief with truth, thinking that because something makes sense or is convenient, it must be true. Conversely, we sometimes don’t believe truth or reject it—because it would require us to change or admit that we were wrong. Often, truth is rejected because it doesn’t appear to be consistent with previous experiences."
Razones suficientes para urgar y urgar hasta hallar. Porque la verdad, el conocimiento, es poder.
A algunos les parecerá atrevida la idea, pero de obsesiones y adicciones he vivido largamente. Y siempre es gratificante ampliar el espectro de la realidad.
Por tanto, nadie os engañe en ninguna manera. El amor es un narcótico potente. Pero mas adictivo es el placer de acechar, hasta cazar y despedazar a la víctima, figurativamente, y satisfacer todo apetito momentáneo. Por ello, siempre permanece un hambre voraz, insaciable en cierto modo.
Prefiero acudir a mi usual nicotina. Tomar sorbos breves de aquel halucinógeno, mi NZT48 de carne y hueso, pero con plena consciencia de sus efectos secundarios.
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