Ser yo.
A veces resulta bien molesto ser yo mismo. Porque sé como soy. Porque soy una estopa andante de conflictos inexplicables. Porque mis enredos son autogestionados. Porque mi percepción de la vida es complicada en extremo. Y simplemente porque carezco de elementos para equilibrar mis desórdenes mentales.
Siendo lo que soy y como soy, solo me resta encerrarme en mi propio universo, donde no me doy explicaciones porque no las requiero. Donde no hay juicios, ni éticos, ni morales, ni de ninguna índole, porque todo me es permitido.
Crecer con limitaciones pasa factura de viejo. No soy lo que quiero, ni estoy a medio camino. Quizá en un punto de mi vida lo fui, o me convencí de serlo. Y allí está el truco, creerse el cuento. Pero hay cuentos que no se creen por mas que uno intente.
No podría jamás creerme el cuento de colorín colorado. Hay historias para las cuales uno no hizo el casting. Ni para ser rico y famoso. Ni grandilocuente, bien parecido o culto. Uno llegó con un bagage de debilidades que no se transforman en fortalezas por puro deseo.
Hoy estoy molesto conmigo mismo, por abdicar ante mis propias concupiscencias. Por entender la vida irracionalmente. Por fantasear con aquello que no me toca.
Yo vine a este estado terrenal con un aguijón en la carne. Mis delirios de grandeza por saberme inferior a todo. Mi animadversión a lo incomprensible, por fallar en reconocer mi inhabilidad para entenderlo. Mis inseguridades como reguladoras de mi conducta. Y según aquel señor que no recuerdo su nombre, mi noble corazón. Ese que me agobia por estos días con sobrados motivos. Por lo que no tengo y lo que no doy. Por la certeza de todas mis dudas.
Hermosa sería la vida si fuera ajustable. Pero ella no moldea con persuasión, sino por reprensión y a coñazos.
Se van cerrando historias, lo sé. Y el temor que me invade es indescriptible. Porque la única vía de escape que conozco me parece caduca y vacía de significado. Porque los experimentos solo sirvieron para revocar mis credenciales. Para demostrame la falibilidad del método científico.
Debo aprender a gustarme. Porque hace tiempo decidí ser mi único compañero de vida y he ido deshonrando esa promesa. Porque el amor no llama, sino viene.
Me iré deleitando en cosas mas simples, como la fabulosa vida de Amelie. Quizá así encuentre mi coleccionista de fotos. Y el paseo puede no ser en Paris, pero tendrá la misma carga de satisfacción y sentimentalismo.
Que se acabe todo, que se lleven a todos. Que me revuelque en la soledad de mis silencios. Ya entonces habré sobrevivido. Porque en ninguna manera los muertos resucitan. Y yo, que aunque siendo muerto, vivo, puede que muera una vez más.
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