Solamente tú.
"Haces que mi cielo vuelva a tener ese azul,
pintas de colores mis mañanas solo tú.
Navego entre las olas de tu voz
y tú, y tú, y tú, y solamente tú
haces que mi alma se despierte con tu luz
tú, y tú, y tú..."
Cuando el mundo conocido se voltea, hasta las verdades mas comprobadas se ponen en duda. Y no es tanto el dudar, sino las certezas de que vas navegando en aguas tan profundas que ni el marinero más experimentado se sentiría confiado.
Dándolo todo, uno llega a la conclusión de que no vale perder. Y no le das permiso a nadie de quitarte un momento de brevísima felicidad, porque como la luz de bengala, el destello es fulminante y no conoces cuando se va a apagar, hasta que la luz se desvanece. Pero mientras su brillo dura, te sientes profundamente complacido.
Si la vida tuviera diálogos escritos, seguramente acudiría al libretista y le pidiera transcripciones de cada palabra. Así las grabaría no solo en la memoria, sino talladas en la piedra del renuente corazón. No serían las Tablas Mayores de la antigua Roma, pero su trascendencia sería no poca en comparación. No hay tergiversaciones. Solo dones inefables.
Si alguno conoce la historia, sabe que para Juan el séptimo mes del año es cabalístico. Y quizá lo sea siempre, desde aquél en adelante. Por cuanto tiempo este plano existencial me considere digno de permanecer. Solo que esta vez, al igual que aquella, hay demasiados temores. Y el más profundo de todos es la pena de la ausencia. Pero vivir en el futuro crea ansiedades. Y uno que no es muy cuerdo viviendo el presente, no debe anticipar.
Si se suprimen todos los temores, solo quedará la convicción de que lo vivido ya ha hecho historia. Y las buenas historias se cuentan una y otra vez. Hasta que la tradición las hace acervo de la vida. Contemos esta, hasta que inventemos tantos finales felices como la imaginación permita.
"Y yo, de muy buena gana, gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré del todo por vuestras almas, aunque amándoos más, sea amado menos."
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