Gone

 “We didn't talk about anything heavy or light. We were just there together. And that was enough. It was the one time all day that I really wanted the clock to stop. And just be there for a long time.”
-Stephen Chbosky, The Perks of Being a Wallflower

Mi vida es tan dolorosamente simple que cualquier evento parece extraordinario. Y cambiar mi rutina me crea una serie de alteraciones que me marcan profundamente. Porque soy una persona predecible, y hasta el más ligero cambio de dirección tiene consecuencias catastróficas en mi metódico curso. No puedo, y quizá nunca lo haga, desentenderme de lo cotidiano sin que de repente todo se desordene. Mi propia aplicación de la Teoría del caos.
Mi manera de ver el mundo es particular. Y mi comprensión de las cosas es muy mía. Carezco de la empatía necesaria para entender posiciones ajenas. Y caigo en actitudes de juicio, no por ser intrínsecamente crítico, sino por una debilidad de carácter que me impide pensar más parecido a otros, o comprender sus valoraciones sobre los hechos.
Si hay algo que este tiempo me ha enseñado sobre mí mismo, es cuan profunda es mi inhabilidad para no sentirme incomprendido. O el temor de no aceptar la vida como a uno le toco. O la necesidad de ser libre, no de cuerpo, sino de espíritu. De explorar una individualidad que se siente enjaulada, ya no entre juicios o prejuicios, opiniones o moralismos, sino por decisiones pospuestas, por alargar el hecho de que uno debe dejar de pensar en la vida y resolverse a vivirla.
Mis experiencias, todas, aunque me cueste aceptarlo, han sido enriquecedoras. Aun las que parecen amargas, desoladoras y dolorosas. En cada etapa me han servido para forjar una nueva coraza. Más resistente al a la erosión del tiempo. Pero, desafortunadamente, no he encontrado la manera de filtrar recuerdos. Y no sé si sea un atributo especial, pero tengo una habilidad enorme para acumular reminiscencias.
No puedo escoger la tristeza porque dentro de todo, esa compañía diaria, que se fue haciendo hábito, significó mucha alegría. Solo que siempre es más necesario e imperativo satisfacer las expectativas personales  que disfrutar de esa colectividad que brinda el asociarse, de cualquier manera, con personas llenas de historias distintas, interesantes por demás cuando tu pueblito es de menos de 100 mil habitantes en una urbe de 6 millones de personas.
Somos almas errantes. Solitarias. Tratando de liberar esa sensación que ahoga el pecho.  Pero como dice el popular Coelho, no existe amor en paz.  Siempre viene acompañado de agonías, éxtasis, alegrías intensas y tristezas profundas. Es necesario aprender lo que necesitamos y no únicamente lo que queremos.
“I don’t know if you’ve ever felt like that. That you wanted to sleep for a thousand years. Or just not exist. Or just not be aware that you do exist. Or something like that. I think wanting that is very morbid, but I want it when I get like this. That’s why I’m trying not to think. I just want it all to stop spinning.”
Y por un momento, en silencio absoluto, escuchar los gritos del alma. Abrir las puertas para que todo lo que ha sido reprimido encuentre libertad. Porque como un longtime traveller, mi alma ahora busca otro hogar, en un mundo más brillante.

Farewell kind friends whose tender care
Has long engaged my love
Your fond embrace I now exchange
For better friends above

Cuando los ojos se humedecen con los recuerdos, es nostalgia. Y eso no es negativo. Significa estar vivo. Al final no sé bien que es la vida, ni en qué consiste. Pero debo ser más comprensivo, al final es mi primera vida. Puedo decir como Charlie, “Because it's okay to feel things. I was really there. And that was enough to make me feel infinite. I feel infinite.”

Closing time. Every new beginning comes from some other beginning’s end.

“This moment will just be another story someday.”
-Stephen Chbosky, The Perks of Being a Wallflower


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