It's a Valentine's heart, anyway

Día 7.

Hay relativa calma entre la tempestad. Nada es definitivo, solo el hecho de que las tristezas hoy son más llevaderas, porque hay que crear espacio para las nuevas.

El tiempo ya cumplido fué. Lo que iba a ser, ha sido. Quienes iban a partir se han marchado, quienes iban a zarpar, ya levan anclas. No hay vuelta atrás para estos cambios. Y yo, inerte, en mi mismo lugar, desde donde los veo. Sin ir ni venir. Estático. Inmóvil.

Viajes que comienzan, y otros que nunca terminan. Y yo, en mi celda. Imaginando mundos, recreando vidas nuevas una y otra vez, para alimentar la ilusión.

Cuando una herida comienza a sanar, el sable se encarna nuevamente para causar pena, angustia y tristeza. Por no aceptar que todo es relativo.

No es cosa fácil acumular adioses, e inventarse sonrisas de buenos deseos. Pero en ese egoísmo se necesita aplomo y mucha cordura para que los vacíos no ahoguen el pecho.

Hay quienes se nos convierten en todo. Y nos dejan sin nada. Quienes forman el día a día, y se nos hace llevadero. Y de repente les toca otro papel en la historia. Cuando el corazón queda huérfano, los afectos se desaguan por los ojos. Cuando la vida se nos hace pesada nuevamente, solo nos queda confiar en que no todo es vano, hay lo que trasciende las circunstancias.

Somos peregrinos. Buscamos de un lado a otro lo que no hallamos en nosotros mismos. Y encontrarlo es pacificación del alma. Pero perderlo, así sea momentáneamente, es la guerra. Sin leges antebellum que regulen el asunto, solo constancia.

Nadie debe hacer de sus discapacidades el limite de los sueños de otro. Hay que aprender a volar. Y hay que seguir soñando.

Que nos veremos otra vez.

https://youtu.be/OKHYkoBxNgA

Comentarios

Entradas populares de este blog

Ojalá nunca hayas leído nada de lo que te he escrito...

En libertad

Invicto