Un día a la vez
Particular domingo lleno de melancolía. La lluvia ha servido de excusa para nuevamente llevarme errante por esos caminos down memory lane. Y ha sido inevitable. Porque un día siento que puedo y al otro me vuelvo a derrumbar como un castillo de arena ante el choque de la ola. Es construir mentalmente una fortaleza que no tengo, cuando lo único que me queda es el silencio de mis recuerdos. Y ese sentimiento que se viene de golpe.
Hoy he tratado de engañarme con todas mis excusas de siempre. Pero no olvido. He tratado de centrar mis pensamientos en otras cosas, pero es un reflejo condicionado. Y he insistido en ver las cosas positivamente, para no enfrascarme en imposibles. Sin embargo, siento que hay algo que se escapa de mi control.
Puedo asegurar con toda confianza que esto solo me sucede a mí. Que nadie detiene su vida, y se regocija en la miseria de una ausencia que no reclama suya como yo lo hago. Que aquí o allá, o donde sea, no existe para mí un pensamiento similar, una emoción parecida, o una necesidad ligeramente comparable.
Y a pesar de ello, hoy ya no quiero hacerle el juego al corazón, porque me va desgastando la alegría de espíritu fingirme inmutable ante todos los cambios.
Porque esa ansiedad del silencio tarde o temprano se rompía, y eventualmente existía una esperanza de que el domingo no pasara sin vernos. Y hoy ya no existe sino la esperanza de que me llegue el sueño temprano para no pensarle.
Me voy consumiendo en una emoción inconclusa. En un ciclo interminable de señales mixtas, que nunca tuve valor de concretar por temor a que lo único que disminuía la efervescencia de mis alteraciones se desvaneciera. Y hoy vivo de las dudas. De que no exista una palabra respecto a todo lo que dije en esa carta. De que una vez mas haya que asumir que no era el momento, y vivir en la incertidumbre e inseguridad de que si hay próximo, ya uno esta acostumbrado a que ese tampoco será.
A fin de cuentas. Hoy extraño todo. Repaso en mi mente lo vivido, lo que se volvió rutina sin el aburrimiento. Y lo bien que me hizo sentir estar a su lado esos días. Reconozco que todo lo que me causó pena fue una tergiversación de lo que nunca fuimos, pero ello no va en detrimento de lo demás. El resto no fue mi imaginación.
Necesito un día, un mes, un año, quien sabe que tiempo, para que el pedazo de corazón que se llevó me vuelva a crecer. Y lo bonito será que crecerá con esa marca, una cicatriz que me recordará estos días. Y espero pensar y sonreír. Y sentirme tan tonto. Tan ingenuo. Tan maleable por las circunstancias. Pero mas preparado para la vida. Para darme cuenta que debo aprender a ser suficiente para mi mismo. Y que llegará el tiempo en que de alguna manera, alguien quiera de lo que soy, y lo que ofrezco. Y si no, aún me tendré a mi mismo.
Mientras nos ilumine la misma luna, habrá derecho de pensarlo. Ya mañana no habrá ni siquiera necesidad de extrañarle. Pero que quede claro que hoy los objetivos no se cumplieron.
Mientras tanto, queda el recuerdo. Para superar su ausencia. Un día a la vez.
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