Au Cafe Noissette
Hoy era mi día para mí. Fue un buen día conmigo. Y con lo nuevo. Pero no hay que ser tan ecléctico, tampoco es que fue terriblemente bueno. O tal vez sea una dependencia a estar descontento con todo. Quien sabe.
Amo aprender francés. Es, sin lugar a dudas, la única fuente de alegrías en mi monótona vida. Es como una pasión que me llena la vida de esperanza, de que en algún momento, en esta u otra vida, de algo me servirá un tercer idioma.
Soy notable entre mis compañeros. Not the teacher's pet just yet, o quizá ni llegue a serlo, pero me siento contento con mis habilidades. Tal vez para unos sea solo un pasatiempo más. Para mí, la única cosa que me mantiene con vida una semana entera. Y vaya que esta semana eso de vivir ha costado.
El mundo es pequeño. Raquel conoce a mis primos. Carla me datea como dejar de fumar para siempre. Luvi se sienta allí solo para ser bonita. Aún con sus miomas del tamaño de una bola de béisbol. Claudia, a quien siempre llamo Andreina. La francesa que ni idea de su nombre. Karim y su extraño apego, aún cuando no tenemos la más mínima cosa en común. La nueva que es extraña y el niño rocker que pareciera estar obligado por sus hormonas a continuar su aprendizaje. Jorge con su manera usual de no entender nada. Diana y su sombrío ánimo. Debe no recordar que hasta el asiento le permití el primer día. Y el maestro, que ha sido una buena manera de renovar el método. Aprender es satisfactorio. Llena de vida las venas disecadas por la rutina y los ecos mentales de los gritos silenciosos del alma. Y desde luego, la práctica no solicitada. La que sabemos, se esfumará otra vez.
¿Se han otorgado indulgencias? Tal vez no. Solo pases de cortesía.
Y sin embargo, es el invasor que se atiende como visita. Hasta que los fantasmas se exorcisen, y la casa quede limpia y dispuesta.
Extraña coincidencia. O randez-vous premeditado. Il y a son Je ne sai quoi. Obviamente, no equiparable al rey Midas de los artificios, y sin embargo, suficientemente agradable para sostener un par de horas de conversacion. No por su "parecer o lo grande de su estatura". Ni su intelecto demostrado, ni sus ademanes un tanto delatores. Soy yo quien, a pesar de no, es un poquito de sí, solo por aquello de la curiosidad.
El Noissette, las crêpes, el quiche, el jazz. Una conjunción de elementos que pudieran haber brindado una atmósfera propicia para cualquier ser normal. Menos para mí, que habiendo creído en todo, he apostatado.
Y una promesa no con ánimo de ser cumplida. Y la apertura de la posibilidad de una segunda vez. Y ese nuevo temor a lo viejo. A lo que ha expirado.
Valga decir que el café Noissette es sin duda mi lugar preferido de estos días en mi árido desierto espiritual.
Aunque a veces, como Dante, solo veo un cielo sin estrellas.
Comentarios
Publicar un comentario