El torbellino de la vida

Ya mareados, y un poco cansados de todos los giros que hemos dado. Y bastante exhaustos, al menos lo está mi corazón, de todo lo que sabe que siente pero lo obligo a no sentir.
Nos conocemos, nos reconocemos, nos perdemos, nos reperdemos, nos encontramos, nos reencontramos, y después nos separamos.Cada uno por su lado se debate en el torbellino de la vida. Y yo me voy hundiendo solito en la misma espiral  a la que ya estoy acostumbrado.
Mis horas a su lado pasan con la suavidad de una eterna primavera. Y reconozco que ni sabiendo todo lo que sé, puedo dejar de sentir todo lo que siento.
He encontrado la extraña manía de utilizar las cuitas de Werther, fechadas coincidencialmente, para reflejar que siento ese mismo pesar que el por Carlota. Me abruma un poco que me sienta tan exactamente igual que él. Y que nuestro anhelo sea también muy parecido.
No lo culpo. Me culpo a mi mismo por la insensatez y la locura que significa auspiciarme esa esperanza inerte que no existe, sino que me engaña la vida de a raticos. Pero que bien se siente no pensar en nada más que en pasar tiempo juntos.
Ya no busco nada, ni incito nada. Pero ayer las ganas de todo me consumían. Y recreaba en mi mente como pedirte un abrazo siquiera, para sentirte un momento de cerca. Y pareció que leíste mi mente, porque no quiero persuadirme a creer que sientieras lo mismo. Y, sin embargo, verte acercar y envolverme con esa ternura me destruyó todos mis razonamientos y todas mis convicciones. Sentí el dulzor de un momento anhelado, de esos breves instantes que fantaseé y que se concretaron. Fue la inocencia de un abrazo, infantil como parece, pero era lo que más quería de ti antes de despedirme. Porque me parece que dijeras sin hablar que a mi lado te sientes seguro y confiado. Porque sentir que aspiras el aroma de mi cuello es para mí más excitante que cualquier otra cosa que puedas buscar por placer. Y sin embargo, debo saber que todo es coyuntural. Aunque por ese instante de Dharma yo encuentre plenitud.
No estamos destinados a ser más de lo que somos. Sin tener certeza de qué título llevemos. Yo sé lo que siento. Y que no debo sentir. Tu... Tu quizá no sientes nada. Pero aunque carente de sentimentalismo si así fuere, un abrazo me traspasa a ese círculo de intimidad que ya no cruzo por autorespeto. Porque todo lo que ya no hago, es más por mí mismo que por ti.
Que siga la vida haciéndonos girar, en ese torbellino en que hoy nos encontramos, y mañana tal vez nos volvamos a perder. Hasta reperdernos y reencontrarnos. O simplemente no encontrarnos más.

Nos conocemos, nos reconocemos, nos perdemos, nos reperdemos, nos encontramos, nos reencontramos, y después nos separamos.Cada uno por su lado se debate en el torbellino de la vida.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Ojalá nunca hayas leído nada de lo que te he escrito...

En libertad

Invicto