En silencio
Solo me queda escribir. Para desahogar un
poco tanta mierda que uno va sintiendo y callando…
No entiendo mucho por qué de tantas
personas que he podido conocer se me ocurrió escoger a la más inapropiada para
darle cabida a sentimientos oxidados y gastados. Y romper compromisos que había
hecho conmigo mismo para evitar, precisamente, este tipo de alteraciones.
Pasan los días, y nada se atenúa. Es quizá hasta
más intenso, más recurrente. Es esa necesidad de aferrarse a una esperanza inútil,
a algo que es eternamente improbable. Es una insistencia vacía, un deseo aparentemente
inocuo, pero cuyos efectos psíquicos son devastadores.
Y vuelvo a pensar, como en otros casos, no
necesariamente similares, que la única salida a todo este desastre seria huir
de todo y de todos. Escapar y dejarlo todo atrás. Borrar el pasado de un soplo
y comenzar a construir un presente distinto, donde exista futuro. Purgar el
alma de toda tendencia nociva, de toda dependencia. Y así, forzar a la razón a
hacer lo que se resiste. Crear nuevas rutinas, ver nuevos rostros, enfrentar
nuevos desafíos, y ocupar la mente en cosas distintas. Levantar mausoleos para
lo que se ha dejado, y escribir epitafios para cada uno. Y entonces pienso que
no debe ser muy diferente, porque este donde este voy a ser yo. Y a veces uno
no es producto de las circunstancias, sino el factor generador de las mismas.
Debe llegar la hora en la que se asuma de
pleno derecho lo que ha estado subyacente todo este tiempo. Y entonces, de una
vez por todas, dar cabida a una tristeza razonable, y no una producción mental
de tantas presunciones. Porque, siendo coherente, no hay fundamento para las presentes.
Las ausencias pesan, hasta que uno, como
dice el principito, se consuela. Pero no existió nunca ningún pre compromiso de
que podía apropiarme de ella. Ha sido un acto plenamente voluntario, como lo ha
sido esa sensación de ‘echar de menos’. Entonces, voluntariamente habrá que
deshacerse de ella, bien por convicción de los hechos, o porque sea evidente su
inutilidad.
Si
alguna vez preguntas el por qué, no sabré decirte la razón. Por eso y más, perdóname.
Si alguna vez te hice sonreír, creíste poco a poco en mí, fui yo, lo sé. Por
eso y más, perdóname...
Comentarios
Publicar un comentario