Daños Morales
Soy esa extraña mezcla de insensatez y locura. Pero tengo suficiente valentía para reconocer mis debilidades. Me aplaudo en ocasiones por tener una percepción acertada de mi entorno, y me recrimino, sobre todo por estos días, no hacer caso a mi don de discernimiento de las cosas. Pero considero, desde la mayor postura de madurez emocional, que cegado por las emociones me rehusé a ver la realidad que siempre conocí. Sobre aquellos y sobre estos. Sobre todos. Menos sobre mi.
Allí me declaro culpable, con agravantes suficientes para pagar condena perpetua. Pero esa condena, inmerecida de por si, comienza a convertirme en mi mayor anhelo. Mis mas grandes referencias de carácter puede que no sean reales, pero son tremendamente admiradas: Edmundo Dantes, el Conde de Montecristo, y Amanda Clarke, a.k.a. Emily Thorne. Tan novelesco como parece, tan yo, hoy solo me voy cultivando, convirtiendo esas mismas debilidades que me llevaron a esta prisión espiritual, en las fortalezas mas útiles para vencer a todos los que tiene cuota de culpas sobre mis congojas.
Quizá no haya que esperar el desenlace de la historia para vengar mis agravios, la vida misma les cobrará con intereses sobre saldos diarios su doloso proceder. No necesito sentarme a esperar el tiempo. Tengo locura suficiente para engatusarlos en trampas desquiciadas y verlos caer como ratas, tras las sobras de un mundo podrido.
Quisiera no emitir juicios, no creerme en alguna posición de realizar señalamientos, y sin embargo me acosan mis propias valoraciones de lo que son. Unos mas que otros, y en distintos ámbitos de acción, no congruentes, pero afines en sus consecuencias, y en lo que hoy significan para mi.
A unos los tolero porque ha sido silente y cobarde su ofensa, quizá mas por omisión que por comisión, y sin embargo tan culpables como aquellos que abiertamente injuriaron con alevosía. Pero todos llevan la marca de la culpa, que no se borra ni se destiñe con el pasar del tiempo. Solo hasta que sean perfectamente expiados, limpios de sus manchas.
Y luego pienso que no soy yo quien cobrara el perjuicio. El daño moral por lo general, según la teoría del derecho, no puede definirse claramente, pero se establece una cuota monetaria para su resarcimiento. El daño moral implica una reducción del nivel de las aptitudes personales e íntimas, que ni el dinero, ni bienes intercambiables por este, llegar pueden A REPARAR; Por ejemplo, la Pérdida de un ser querido. Antes bien, el dinero servirá como sistema compensatorio, pero nunca lucrativo. Cito a Ramón Garcia Gomez:
Allí me declaro culpable, con agravantes suficientes para pagar condena perpetua. Pero esa condena, inmerecida de por si, comienza a convertirme en mi mayor anhelo. Mis mas grandes referencias de carácter puede que no sean reales, pero son tremendamente admiradas: Edmundo Dantes, el Conde de Montecristo, y Amanda Clarke, a.k.a. Emily Thorne. Tan novelesco como parece, tan yo, hoy solo me voy cultivando, convirtiendo esas mismas debilidades que me llevaron a esta prisión espiritual, en las fortalezas mas útiles para vencer a todos los que tiene cuota de culpas sobre mis congojas.
Quizá no haya que esperar el desenlace de la historia para vengar mis agravios, la vida misma les cobrará con intereses sobre saldos diarios su doloso proceder. No necesito sentarme a esperar el tiempo. Tengo locura suficiente para engatusarlos en trampas desquiciadas y verlos caer como ratas, tras las sobras de un mundo podrido.
Quisiera no emitir juicios, no creerme en alguna posición de realizar señalamientos, y sin embargo me acosan mis propias valoraciones de lo que son. Unos mas que otros, y en distintos ámbitos de acción, no congruentes, pero afines en sus consecuencias, y en lo que hoy significan para mi.
A unos los tolero porque ha sido silente y cobarde su ofensa, quizá mas por omisión que por comisión, y sin embargo tan culpables como aquellos que abiertamente injuriaron con alevosía. Pero todos llevan la marca de la culpa, que no se borra ni se destiñe con el pasar del tiempo. Solo hasta que sean perfectamente expiados, limpios de sus manchas.
Y luego pienso que no soy yo quien cobrara el perjuicio. El daño moral por lo general, según la teoría del derecho, no puede definirse claramente, pero se establece una cuota monetaria para su resarcimiento. El daño moral implica una reducción del nivel de las aptitudes personales e íntimas, que ni el dinero, ni bienes intercambiables por este, llegar pueden A REPARAR; Por ejemplo, la Pérdida de un ser querido. Antes bien, el dinero servirá como sistema compensatorio, pero nunca lucrativo. Cito a Ramón Garcia Gomez:
"La figura jurídica de “daño moral” tiene su origen en la doctrina francesa y apareció bajo la denominaron de “Domages Morales”. Hoy en día, jurisprudencia y doctrina tienden a definirlo por exclusión, resultando así que el daño moral queda integrado por todas aquellas manifestaciones psicológicas, afectivas, emocionales o íntimas que sufre un perjudicado por el acaecimiento de una conducta ilícita, y que no son constatables, de forma directa, en el ámbito económico del perjudicado. Así pues, el daño moral sería un cierto deterioro de los elementos psíquicos y espirituales que inciden en el normal desarrollo cognitivo o emotivo del ser humano, extendiéndose a todo agravio que sufre la dignidad, honorabilidad, integridad física o cualquier elemento que pudiere alterar la normalidad de las facultades mentales o espirituales de una persona física. El daño moral se viene a traducir en el dolor, la angustia, la aflicción física o espiritual y los padecimientos provocados a la victima por el evento dañoso. Seria una modificación en el desarrollo de su capacidad de entender, querer o sentir que, anímicamente, actúa como un PERJUICIO, desequilibrio o pérdida de aptitudes o expectativas de la persona perjudicada.
En cuanto a la naturaleza jurídica del daño moral, es considerado de índole fundamentalmente subjetiva, es decir que depende del grado de reacción que ocasione efectivamente a un determinado sujeto en relación a la alteración del estado psicológico del mismo, con origen en un evento externo. Para la jurisprudencia francesa el daño moral sería el dolor sufrido por una persona como consecuencia de un Hecho Ilícito de que es victima, produciendo una disminución en sus atributos o facultades morales. Por su parte, la Jurisprudencia Argentina ha sostenido que el daño moral seria la privación o disminución aquellos bienes qué tienen un valor precioso en la vida del hombre que son la paz, la tranquilidad del espíritu, la libertad individual, que se relacionan con sus más gratos afectos. La jurisprudencia en otras latitudes considera que es daño moral el que proviene de un Hecho Ilícito que ofende, no a los derechos patrimoniales ni a la persona física, sino a la personalidad moral del damnificado, hiriendo sus sentimientos LEGÍTIMOS o no de bienes económicos, los que integran generalmente en lo que se llama patrimonio moral de una persona. Finalmente, existe otra jurisprudencia extranjera que determina que es daño moral cualquier inquietud o perturbación al ánimo, originados en un mero PERJUICIO patrimonial, como la invocación de simples molestias, de aflicciones, fatigas, etc, y, en base a esta concepción tan objetivamente patrimonialista, no se justifica la reparación de un daño moral, en esta corriente jurisprudencial."
Me encanta esta definición.
Por tanto, no busquemos resarcir daños morales. Cada cual que asuma los propios contra el resto. Una cosa es clara: El dinero puede existir, en abundancia, pero jamás comprará afectos sinceros. Unos lo poseen. Otros lo persiguen. Todos, a su vez, son presos de si mismos, no como yo, pero pagan su propia condena.
No es tanto el daño que yo haya causado, si así lo sienten mis detractores. Es mas bien, la incesante insatisfacción de quien teniendo todo, no tiene nada.
Si algo quiero y debo agradecer de mis padres es su realismo y autenticidad ante la vida. Y no tiendo a hablar mucho de lo que ellos han hecho en mi formación. Ayudarme a crecer como una persona normal, sin ambición de lo que no tengo, y disfrutando en abundancia ese no tener, ese comodismo ante la escasez. Malo a veces para los desafíos de la vida, pero útil para mi sanidad espiritual.
Hoy soy más rico que ayer. Me encuentro ante infinitas posibilidades. Tengo la juventud adulta hasta que mi tiempo acabe, tengo la inteligencia que he cultivado, tengo las experiencias que me han sazonado, tengo las memorias que guardo, y tengo claro que ese si es mi patrimonio moral, y aunque levemente saqueado por timadores y bandidos, es imposible que lo malgaste con el lumpen de esta sociedad corrompida hasta el centro por la bajeza de sus pasiones.
Esto va directamente a ti, sin alusiones a terceros: Puedo no ser un letrado, de formación limitada, tardo para el habla, carente de la vastísima cultura europea, de gustos básicos, de experiencias pocas, de viajes que no existen sino en mi cabeza. Pero tengo plena consciencia de quien soy en realidad. Y sabiendo eso, elijo la soledad que me agobia hasta encontrar un alma similar que busque compañía, cuyos apetitos desenfrenados sepan encausarse comedidamente, y no con todos sin ningún tipo de reservas. Hay espacios limitados donde no se permite intrusos. Y esa impaciente y salvaje búsqueda de lo mismo, cada hora, cada día, es mayor reflejo que tu soledad consume con mayor ardor que la mía. Todos tenemos crisis, y hablo desde la experiencia, pero es elección de cada cual encontrar el equilibrio y no hacer de ello un hábito infructuoso, lo cual a simple vista puedo inferir, ya no es pasatiempo, sino modo de vida. Yo tengo, mal que bien, unos cuantos corazones dispuestos siempre. Tu, ni siquiera los que alguna vez creíste tener. Yo tengo raíces firmes, echadas en terreno fértil, pero que he elegido dejar pudrir por descontentos y distorsiones de una realidad que deseo sea diferente. Pero existen. Tu eres como la onda de la mar, que es movida del viento, y echada de una parte a otra, porque no has aprendido, aun a tu edad, a hacer converger tus dualidaes. Y en insinceridad nadie prospera. Eres demasiadas versiones, y yo elegí creer en la que me era más favorable. Tu tienes que lidiar con ellas cada día de tu vida, eso agota mas el espíritu que la misma necesidad de satisfacer concupiscencias.
A todos los otros: asúmanse como único recurso ante los vaivenes de la vida. Tal vez su propia rutina de no ser mas de lo que son los lleva a la desconfianza de todos, y de si mismos. Tal vez el convencer a otros de una felicidad fingida los lleva a necesitar ofrendas expiatorias de sus propias culpas mal sanadas. No es la habilidad de ser o parecer, es la intrínseca determinación de brindarse uno mismo sin adornos, aceptando quien somos, y como somos. Vean el mundo con amplio espectro, y encuentren que la vida va mas allá de la eterna consagración por obligación, y no por gusto. Libérense de falsos anhelos, de querer mas de lo que se tiene, teniendo mas de lo que muchos pueden esperar. Busquen el bien propio, sin el deseo de aprovecharse de los demás. Entonces, y solo entonces, obtendrán victoria sobre si mismos.
Yo me despido. Con la máxima de no autorizar mas sentimientos de apego hacia lo que ha sido dispuesto para ser libre. "Los hombres deben estar anhelosamente consagrados a una causa buena, y hacer muchas cosas de su propia voluntad y efectuar mucha justicia; porque el poder está en ellos, y en esto vienen a ser sus propios agentes. Y en tanto que los hombres hagan lo bueno, de ninguna manera perderán su recompensa." El hombre tiene poder de actuar, y no se dispuso para que se actúe sobre el. Que el viento se lleve todo lo malo. Todo se dispone para su renovación.
"Las heridas morales tienen la particularidad de que se ocultan, pero no se cierran; siempre dolorosas, siempre prontas a sangrar cuando se les toca, quedan vivas y abiertas en el corazón." ~ E. Dantes.
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