Las maletas del olvido hacen mas ruido que la soledad

LlCierto es que he buscado unos cuantos títulos distintos para escribir sobre esto. Y que además llevo días con ideas punzantes que buscan escapar de mi mente, porque el espacio se les hace pequeño. Y entre pensamientos y emociones hay una especie de lucha incesante, unos que quieren predominar sobre otros. Y al final, una sola verdad.

Fenece 2015. Y los sucesos son tan variopintos que no sé si realmente fue tan malo como quiero creer. Le doy la vuelta a los meses y trato de rescatar momentos excepcionales, y sucede que no encuentro nada más en que pensar sino en lo acontecido entre el 30 de abril y el 5 de septiembre. Parece como si la vida se me convirtió en eso.

Ha sido extraño pensarte tanto estos días. Sobre todo por aquello de querer olvidarte a como dé lugar. Y encontrarme con el mismo sentimiento de hace meses, como si no hubiese pasado el tiempo. Es como un virus que no tiene cura, una enfermedad que controlo pero no erradico. Y en mis frecuentes recaídas, es claro que no importa que el tiempo no se detenga, mi corazón está cada día mas enfermo. Mi alma cada día mas triste. Mi vida cada día en mayor soledad. Y en mis pensamientos, tu recuerdo. Omnipresente.

Mi mayor anhelo sería decirte unas cuantas cosas de las que escribo, y desahogar mi espíritu acongojado desde tu partida. Idiotamente he imaginado que pudiera recibir un mensaje de texto diciendo que quieres verme, que hablemos, que tienes tiempo para neutralizar mis angustias como antes, que me extrañas, e incluso, que me perdonas.

Y mas idiotamente me he creado conversaciones irreales en mi cabeza, donde te cuento lo que he hecho, lo que ha pasado desde que no nos hablamos, lo que he aprendido en francés, lo que he buscado para llenar tus ausencias.

He pensado y repensado en ti. Cada día de estos. Convencido de una verdad innegable sobre mis sentimientos. Y avergonzado ante la vida por tanta vulnerabilidad. Sorprendido de sentirte aún tan fresco en la memoria. Y tan profundamente en el corazón.

Mi vida se convirtió en un sinnúmero de ausencias. Tu, obviamente, la que más resiento. Me di cuenta que desde que se han ido sus vidas continuaron, incluso con mayores alegrías. Yo, no obstante, me fui marchitando hasta pudrirme. Hoy soy el cadáver de lo que fui junto a quienes quise.

Hoy es un día singular. Un día de recordar ausencias. El primer hombre que me dejó jamás supo, tampoco, cuanto lo quise. Hace 17 años de su partida. Y esa, también todavía se siente. No debe extrañarme entonces que después de muchos años tu también todavía me duelas.

Pienso en ti. En lo que haces. En quienes te acompañan. En quienes te disfrutan. Y me pregunto si lo hacen con el mismo frenesí con el cual me embelesaban las horas a tu lado. Salgo a la calle en busca de tu rostro, el que tengo memorizado con precisión. Repaso tu voz en mi pensamiento, para que no se me olvide. Aunque lo que más vivo esté en ellos sean palabras de desprecio. Me sirven para comprender esta maldita soledad que me adjudiqué. Pero no dejo de pensarte con el mismo afecto de siempre. Con las mismas ganas de pasar tiempo contigo.

Quisiera que no me doliera... Tanto. Quisiera hacerme la idea de que nunca exististe, pero es mi existencia la que esta sujeta a tu memoria, porque antes de ti había muerto, y junto a ti reviví.

Nadie sabe cuanto te quiero. Nadie sabe de mis dias contigo. Nadie sabe lo que contigo sentí y aprendí. Para ti puede que haya sido un vecino más. Que realmente haya sido hasta molesto tener que verme todos los días. Para mi la sangre fluía en mis venas solo estando contigo. Y en tus horas silentes se disecaban, crujían, lijaban con su aspereza. Mis días se coloreaban con tus palabras que cual pinceles dibujaban las historias que me compartias. Y eso me hacía absolutamente feliz.

Quizá nunca me conociste. Yo estoy tan acostumbrado a blindarme que llegar a saber quien soy es tarea casi imposible. Y sin embargo, después de corroer todas mis corazas, descubriste cosas de mi que pocos reconocen: mi interés por la lectura, mi pasión por los idiomas, mi afición por la escritura. Yo quizá tampoco te conocí. Te construí a la imagen de lo que quería que fueras, pero te impuse la obligación de serlo. Y ahí fallé.

Tu espacio esta vacante. Como exigiendo que lo reclames, aunque no sea más que un deseo febril. Y quienes tratan de llenarlo cargan con la cruz de tu recuerdo, que siendo ayer, es para mi tan hoy como siempre.

Debería resignarme. A que te has ido para siempre y que no volverás. A este sufrimiento de pensarte como un fantasma de mi pasado. A tu ausencia que todo lo llena. Pero no logro hacerlo.

Debería acostumbrarme a la soledad que vivo. Desde antes de ti y después de ti. Pero me fue mas fácil acostumbrarme a un "contigo".

Te pido perdón por mis acciones. Y te perdono a ti por mantener tu palabra de desecharme de tu vida. Me perdono a mi por herirte, y por quererte. Porque en ese querer desproporcionado cause daños. Nadie salió ileso. Mis heridas, sin embargo, son autoinfligidas. No hago actos de contricción. Hago reconocimiento de mis errores.

Te pensaré hoy otro rato. Y mañana. Y el día después de mañana. Y esperaré por ti. Así como el aviador espera al principito. Porque uno es responsable para siempre de lo que ha domesticado.

Aquí voy. Arrastrando mi maleta de soledad. Llena de ruidos que el olvido, tan artificial e irrealizable, no logra acallar.

Vuelvo, mientras, al asteroide B612. Y allí, como siempre, te estaré esperando.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Ojalá nunca hayas leído nada de lo que te he escrito...

En libertad

Invicto