Je rêve d'aller à Paris
Cuando conversábamos de mi afición por la lectura, una vez me dijiste que quien lee puede viajar desde las paredes de su cuarto. Luego me revelaste que citabas una canción Renaud. Hoy lo viví. No desde las paredes de mi habitación, sino desde ese cómodo sillón en la mediateca de la Alianza.
Todo esto me hace recordar, por supuesto. Y recuerdo aquella cena de aquel día que pareció probablemente uno de los mejores. El día de esas pláticas llenas de sentimiento. Cuando conocí tu árbol favorito. Y ese día hablamos brevemente de mí. Y yo te comenté que mi mundo eran cuatro paredes. Y me invitaste a salir de ellas.
Quizá salir y encontrar el mundo real no fue la mejor idea. Desde que vivo la realidad soy más vulnerable al hecho de hallarme sólo. Esa soledad la llenabas tú.
A mis manos llegó la historia de París. Y me paseé por su fundación hasta la edad media, conocí el porque proliferaron los castillos durante la monarquía, las reconstrucciones luego de las invasiones por guerra, los monumentos, las avenidas, y la apertura de la primera estación del metro. Así caminé por el París antiguo. El moderno lo conocí en verano, cuando cada tarde recibía de ti un pequeño paseo y un recuento de tu día.
Todavía sueño con ir a París. Cada día parece una meta más difícil, un deseo más inalcanzable. Pero así sea de viento seguro pasaré por allá. No te contaré, lamentablemente. Pero de seguro que pensaré en ti.
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