And i wish i was a comet to crash at your feet, just to be remembered
De Jordan Bach aprendí que la necesidad de aceptación nos lleva a traicionar a veces nuestro propio valor como individuos. Pero que también existe un momento de reflexión sobre nuestro comportamiento que nos ayuda a reconocer aquello que disminuye esa cualidad de ser auténticamente nosotros mismos por temor a no gustar. ¿Y por qué temer a ser distintos? Hay quienes no nos aceptan con nuestros errores, como si no fuera válido aprender aún de los ajenos. Sin embargo, nuestro "yo superior", como le llama, nos servirá de consultor en momentos de duda, cuando la confianza nos falle.
Me hizo considerar todo aquello que pienso me ha hecho 'no merecedor' de ciertos afectos. Y me enseñó que la percepción ajena no debe ir en detrimento de lo que sabemos sobre nosotros mismos. La opinión de otro sobre mi bondad no disminuye la realidad de que yo pueda ser una buena persona, a pesar de mi probada humanidad falible.
Así concluí que no hay nada de malo en ser yo. Contando mis defectos como pieza clave de todo el conglomerado.
Bueno o malo, yo soy yo. A pesar de lo que piense el entorno. Y si ser yo me aparta de aquello que deseo pero parezco no merecer, en ello no hay nada de malo. Solo incompatibilidad en la percepción.
Aún así, espero. Que sobrepuesto a todo juicio moral y ético, de alguna u otra manera, por bondad o por maldad, me recuerdes un poco.
Comentarios
Publicar un comentario