Quand reviandras-tu?

                              "A veces un solo ser nos falta,
                          y todo nos parece despoblado."
                                       Alphonse De Lamartine
Había pospuesto estas líneas para asegurarme que toda emocionalidad hubiese sido excretada de mi organismo. Para no escupir palabras llenas de sentimentalismo, sino drenar ideas contaminadas, dañinas, nocivas, innecesarias.

Era viernes. La tarde había pasado inusualmente veloz, mis ganas de abandonarlo todo eran inmensas, pero el fin de semana largo me aseguraba suficientes horas baldías para apresurar su llegada. Esa tarde había caído en la trampa de mi propia mente. Había acudido a aquel lugar, en donde me podía ser posible encontrarte. Pero tampoco allí estuviste. Era una especie de resignación, una mezcolanza de tristeza y alivio. Realmente llegué a imaginarme verte llegar. Evadir tu mirada, inadvertir tu presencia. Como si ello aminorara el peso de tu ausencia de día en día. Una parte de mí desea un reencuentro, mientras la otra, la consciente, agradece cada día que tal cosa no sea sino una proyección de mis pensamientos absurdos.

Esa tarde saboreaba la derrota de la realidad. Sentado sobre aquel banco, con el cigarrillo que consume mis desconsuelos en cada fumada, y que expulsa mis tristezas en un nube grisácea que se pierde entre la brisa vespertina. Y allí me vi, y pensé que, tal como siempre, estaba sólo. Y me convencí de cuán arraigada esta esa sensación en mi alma. De que nada la cura.

Mis horas son vagas. Y parecen eternas. Y entre día y día, más profundas son las ganas de no ser. De ir huyendo. O de encontrar una realidad distinta donde no existas tú, y de seguro, donde yo tampoco exista. Porque a veces siento que para que tu recuerdo muera debo morir yo mismo. Pero sería muy trágico verte partir así. Casi más trágico que como en verdad te fuiste.

Y ya no importa donde estás. Si en La France donde nos unía esa extraña asociación nocturna, de tus historias breves, de tus fotografías que aún conservo para añorar el pasado, o acá, donde las historias siempre fueron menos, pero las alegrías siempre más. De todas formas, aquí o allá, nada importa. Hoy solo existes en mi recuerdo. Y yo... Yo simplemente no existo.

No había que pedir permisos, siempre fueron cencedidos. Abrazarte era el éxtasis de esos últimos días. Era calentarme el alma fría por el desconsuelo que la vida me causaba, y me causa aún pero con menos espacio para los sueños. Era comenzar a extrañarte desde que te despedía, con la vaga esperanza de reencontrarte una próxima vez. Hasta que no hubo próxima vez. Y desde entonces, la esperanza no desiste, el hábito no se resigna, la mente no se acostumbra, y el corazón no se adapta.
No sé si tu sientes la misma soledad. No sé tampoco si en momentos hayas dejado de sentirla. No quiero imponerte mi percepción de las cosas. Puede que tu mundo sea suficiente para ti. Lo cierto es que contigo parecía todo distinto. Como si había lugar para días mejores.
 
Como dice Cortázar, si me encuentras en tus pensamientos, abrázame que te extraño. Pero sería atrevido pedir que me pensaras...


Comentarios

Entradas populares de este blog

Ojalá nunca hayas leído nada de lo que te he escrito...

En libertad

Invicto