The world forgetting, by the world forgot
"Come back and make up a good-bye at least. Let’s pretend we had one."
Clementine à Joel.
Un dolor de cabeza incesante lo atosigó desde la noche anterior. Aún en la madrugada despertaba a ratos con cierta consciencia para reconocer que estaba allí. Pulsante, molesto, inexplicable como todo lo que sucedía aquellos días. No sabía si los pensamientos que hubo tenido durante la tarde somatizaron en ese molesto dolor, inmanente como los recuerdos que lo perseguían constantemente.
Existía en él una cierta y particular manera de asociar sus dolores de cabeza a sus pensamientos o acontecimientos de carácter emocional. Era tal vez el único vestigio del pensamiento mágico-religioso que todavía conservaba. No era tanto una razón física y evidente, como sus juicios y valoraciones, incluso la manera en que duramente se juzgaba a si mismo sobre lo que inconscientemente cruzaba sus pensamientos. Esa tarde su imaginación volátil lo llevo a donde siempre, con la compañía habitual. Y rió discretamente recordando. Sacudió su cabeza volviendo a la realidad, y continuó conversando, o más bien, escuchando lo que se decía. Parecía estar presente, pero su mente divagaba como de costumbre.
Sabía que había que borrar esos recuerdos, porque ya habían probado sus nocivos efectos en la psiquis y en el ánimo. Ahora también lidiaría con los efectos fisiológicos de consentirlos. Era demasiado. Había llegado ya muy lejos con todo el asunto. Sin embargo, y a pesar de su propia convicción de los hechos, no sabía ya a que recurso acudir para lograr desecharlos. Aún así, sentía también el temor de reconocer que podía borrarlos de su cabeza, pero sacarlos del corazón era otra historia.
Se preguntaba con frecuencia si volver donde había estado le traería a su memoria. Puesto que el sabía que desde su último viaje, cuando aún conversaban, no había regresado. Y esas ideas rondaban su cabeza. Como el lobo rapaz a la espera del descuido de su presa. Pero en su consciencia, llana y directa, reconocía también que hay quienes prometen olvidar, y en efecto, lo llevan a cabo.
Quizá echar un ojo a esas fotografías había revuelto las ganas, agitado el pasado, revivido aún las conversaciones, los lugares y las gentes. Pero sobre todo las emociones que despertaron, los sueños que colorearon.
Había que dejarlos ir. No obstante, no existía método posible para erradicar todo aquello, más que una repentina amnesia que asegurara limpiar lo que ya no era más que pasado.
Recordó que los olvidadizos son bienaventurados, porque ellos sacan lo mejor incluso de sus estupideces. Y deseó una vez más poder olvidar. De verdad verdad.
"How happy is the blameless vestal's lot!
The world forgetting, by the world forgot.
Eternal sunshine of the spotless mind!
Each pray'r accepted, and each wish resign'd"
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