You're still undead to me

Tienes ese efecto en mi vida. De voltearlo todo cuando parece que ya ni te recuerdo. Dije parece. Porque es una ilusión a la que acostumbro a mis pensamientos. Y, sin embargo, cada cierto tiempo te reencuentro, a veces lejos y otras tan cerca, como esta última, que revuelves nuevamente el pasado y me haces ponerle atención, como si el presente fuera a ser distinto por el mero hecho de saber que existes. Porque hasta me convencí que no eras real para poder dejar ir tus memorias. O mejor dicho, las mías, impregnadas de todo aquello que me inventé con lo vivido.

Es volver a abrir la bendita puerta. Esa cámara oculta que encierra todos los demonios que me acechan. Los cuales tu tuviste una vez poder para subyugar.

No es sano para mi hoy, como no lo fue ayer ni nunca. Tenerte cerca es un suplicio ignominioso en el cual reencuentro todas mis fallas, mis flaquezas y mis dudas. Aún cuando a la misma vez me sentí en paz con mis deseos, y crei haberlos hecho carne en ti.

De todas esas ilusiones hoy me queda una vasta decepción de todo lo que creí posible y no fué. Y como un infante lleno de inocencia mi mañana se pasó imaginando episodios absurdos que solo la realidad de las 20:42 en el reloj del metro me abofeteó para despertar de mi letargo.

Hace falta más realidad y menos fantasía. Cuando sepa diferenciar una de otra, aprenderé que hoy, como siempre, eres fantasía, y nunca nunca serás realidad. Al menos no mi realidad.

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