A veces me dan ganas de darte un te extraño.
Verte es revolver el pasado que es aún presente para mi. Sentirme tan triste como siempre, y convencido de que el olvido es la más dura de las venganzas.
Si. Para usted yo era tan sólo un rostro más en ese mar de gentes. Pero yo salgo a la calle todos los días esperando encontrar el suyo. Y en ocasiones lo consigo. No sé si por causalidades o por extrañas fatalidades.
Es como si resaltaras de entre todos los mortales, aunque hace ya tiempo te expulsé del Olimpo donde te adoré con locura. Y sin embargo, puedo verte y reconocerte entre la mas tumultosa de las multitudes. Tal cual te veo en mis pensamientos de todos los días.
No es palabrería. Era sentir esas palpitaciones apresuradas, esa emoción que no caduca, ese temor de cruzarnos con ansias inmensas de que sucediera. Pero seguía viéndote desde mi barrera, apreciando en silencio la realidad de tu ausencia sempiterna.
Cuando llega el hastío, me propongo para siempre liberarme de tu fútil recuerdo. Pero el corazón no conoce de esos raciocinios. Aquí sigo atado a esta piedra que arrastro, al grillete de mis utopías.
Honestamente, sé que es pernicioso no bendecir tu liberación. Pero no encuentro la manera de dejarte ir, aún cuando nunca hayas estado.
Bendigo tu camino, para que algún día, convencido de que has partido sin retorno, pueda yo también caminar por un sendero propio. Como un día me pediste, sin ti...
"A veces me dan ganas de darte un te extraño, un suspiro y un beso inocente en la mejilla, sin mal interpretaciones, sin prejuicios, sin rodeos, a veces."
— Pablo Neruda.
— Pablo Neruda.
Comentarios
Publicar un comentario