Only true love can melt a frozen heart.

La nostalgia de la Navidad. Los recuerdos de las navidades pasadas. Los flashbacks de El Vigía, como una nebulosa sentimental. La Navidad pasada que fue inmemorable. La vida. Sus giros. Sus vericuetos. Si inexplicables casualidades. Y, por supuesto, el presente.
Cuando nos hallábamos resignados a la muerte súbita, a que lo conocido cesara y diera paso a la incertidumbre, milagroso como parece, nada de lo que previmos sucedió. Era como tener una bomba de tiempo que desactivamos segundos antes del estallido. Y aunque estábamos listos para volar en pedazos, nos queda el azoro y la agitación, el estrés postraumático y la sonrisa del menos mal.
Hace 18 navidades que Pablo partió. Veremos si alguna lágrima corre in memoriam.
Es mi primera Nochebuena fuera de casa después de mucho tiempo. La verdad no hay mayores motivos para reconocer la fecha como especial. Y si los hubiere, mentalmente hago neto ese balance para comedir sentimentalismos exacerbados.
A veces no sé si he encontrado el Dorado, o sigo siendo ingenuamente persuadido por los anhelos de mi corazón. Y me cuestiono decisiones, porque son aceptables tales cuestionamientos.
No es malo querer lo que quiero. Pero es, en definitiva, un tanto irracional, en un mundo donde todos somos las sobras de alguien más.
Y, sin embargo, yo me esfuerzo por ser la especialidad del chef, para paladares que parecen haber probado tanto que ya nada les impresiona. No quiero decir con ello que yo sea impresionante. Al contrario. Pero si siento un deseo genuino de ser algo más para alguien más.
He cavilado sobre mis ideas, considerando si es sabio volver a desbocarse cuando ya nadie tiene expectativas. Cuando el laissez faire-laissez passer es el motivo ulterior de cualquiera en esta época, tan hipócrita en sus postulados y tan irónicamente exigente en dichos asuntos. Porque esperar lo contrario es ir muy rápido, o ser intolerante, o incluso un deseo utópico. Porque se hablan palabras llanas, y se comparte a medida por autoprotección, dejando el todo para más nunca porque los riesgos son demasiados.
¿Quién se embarca en un periplo de esta magnitud, pensando en zozobrar en altamar? Será por siempre el eterno acertijo. Porque una cosa es asumirlo si sucede, y otra, prepararse para ello como si irremediablemente fuera el único destino.
No creo que mi pasado tenga realmente un amor de vida. A pesar de haber pensado contrariamente hace poco. No creo, mucho menos, ser el amor de la vida de nadie. Pero secretamente sé que entre aquellos que no suplen esa carencia, al menos ellos si tienen amor para dar. Sin condicionamientos.
No me acostumbro a ser second best. Merezco ser first place. Lamento no ver el mundo con el mismo pragmatismo de aquellos que consideran tal o cual cosa un ejercicio de libertad. Hay ciertas condiciones que no se negocian. Son cláusulas prohibidas. Tienen responsabilidad limitada y penalidades. Y deben observarse como requisito sine qua non.
Hoy estamos aquí. Llenos de una mezcla imprecisa de emoción y recelo. Objetando promesas y aplicando raciocinios. Considerando todas las posibles vertientes de un mismo suceso. Y dejando al tiempo la última palabra.
Sería exabrupto imaginar que todos hicieran ejercicio de su albedrío moral con los mismos arquetipos que yo. Y de ahi mis inseguridades. Sólo espero que la vida no se empeñe en repetirme lecciones aburridas. Para ellas estoy destinado al fracaso.
Sé como tú quieras. Pero selo con integridad.
No vamos a ningún lado con esta larga disertación. Y aunque no hay sueños que perseguir esta noche, hay un mañana que exige facultades físicas y psicológicas. Una rutina que siempre, siempre, permitirá evadir esa realidad de la que huimos.

Y el invierno vuelve a llegar cada solsticio. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Ojalá nunca hayas leído nada de lo que te he escrito...

En libertad

Invicto