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Mostrando entradas de abril, 2017

1800 mg de litio

4:30 am. Una mañana que pinta larga. Un jueves que no termina. Un viernes cuya única expectativa es ver a la persona que te colorea los días, y que te enciende el morbo para pajearte dos, tres, quien sabe cuántas veces... Al menos en eso se han convertido mis días de ocio. En largas horas​ de nada. Y sin embargo, ese esperar no tiene garantías. Nunca sé con certeza si hará espacio para mí. Sin reproches. Ya es costumbre esto de no vernos nunca. Que me hace falta, si. Pero decirlo es redundante, y aburrido y pernicioso para su autónomo proceder, jamás sujeto a la necesidad de un rato juntos, como si fuese lo mismo estar o no estar, sin alteración de su mundo en forma alguna. Y que aburrido vivir en esta angustia de la ausencia hecha norma. Se me evaporó la esperanza. Aún quedan días baldíos. La llamada que nunca llegó. Los proyectos que nos guardamos otra vez en el bolsillo. Y la frustración....

Ausencias

La mente tiene lugares peligroso. Donde es mejor no ir por precaución. Pero por más que uno amaestre los pensamientos, alguno que otro pudiera desviarse. Ya es lunes y el desvelo preocupa, no tanto por el sueño diurno, sino por la cefalea incesante. Pero a pesar de haber firmado un pacto de no agresión, mis cavilaciones se acumulan silentemente, hasta que ensordecen la realidad con sus ruidos. Simplemente pensaba. Porque en la insensatez de las pequeñas cosas hay grandes significados para un alma atribulada como la mía. Esos conversatorios fraternales remueven demasiadas cosas. Y es que la última vez que la ingenuidad me ganó, yo mismo quebré a mi ídolo de barro. Porque aún creyéndolo de oro, se corroyó como hierro. La verdad este fin de semana fue de ausencias. Dije que no sobrepensaría más las cosas. Porque no vale la pena. Porque arruina ese autoengaño que alegra los días que pasan. Y sigo haland...