The walk of shame
Cada día tengo nuevos hallazgos. Nuevas conclusiones. Es un atar de cabos incesante, como si el acertijo que parecía irresolvible súbitamente se revela con la simplicidad que un niño entendería.
Darle la vuelta a las cosas no las descomplica. Es como si el velo se rasgara y quedara todo expuesto. Sin duda, al mejor estilo de Cercei Lannister, caminaría por el estrecho sendero donde el esputo y el escarnio purgarían, y las voces gritarían "Shame!" al sonar de la campana.
Admiro la magistralidad de algunos para persuadir. Para convencer, aún ante lo evidente. Hay ciertos artes que aún no domino. Hay demasiada ingenuidad, demasiada ignorancia, demasiada esperanza.
No me es fácil replantearme todo lo que había pensado del futuro próximo. Pero quizá no sea tan distinto del presente. Parece que hay destinos irreversiblemente escritos. Siempre he sabido quién soy. Es a los otros a quienes siempre desconozco. Ya no hacen falta más esfuerzos. Ya no cuento en pares. Ya no uso pinned chats, ni guardo historiales, ya no aparto del resto con significancia. Ya no dedico mis pensamientos, ni mucho menos me amarro a la tristeza de ausencias que hoy son tan entendibles como nunca. Hoy solo leo palabras. Pero subyugo parafernalias emotivas que han probado ser estériles, infructuosas e irrisorias.
Hoy mengua un poquito la vida. Pero nos renovamos de día en día.
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