108 cuentas para la iluminación

Hace 14 años el día de hoy. Era un julio lluvioso. Extraño. Yo lleno de expectativas y a la vez de todos los temores que la mente humana alberga. Comenzaba a crecer. Me enfrentaba a la adultez y solo me tenía a mí mismo para sortear desafíos. Era dolorosamente satisfactorio volar con alas propias. Ver el mundo con mi cristal. Eliminar dependencias. Reconocerme como individuo. Fue una lucha cruenta y sanguinaria. Hay vestigios de ella aún en el hoy. Pero la armadura calza mejor.
Elena pronunciaba entonces palabras que más adelante he comprendido con absoluta empatía. Hoy trae nuevas enseñanzas.
La observo. Busca su paz. E indago con la curiosidad de un niño. Veo las cuentas en su mano izquierda, cuidadosamente avanzadas por su dedo pulgar y anular, el dedo del corazón. Me habla de mantras y respiración. De energía. De sanación. Y de que con ello encuentra su propia capacidad de centrar su conciencia en la lo que vive. Me explica que es un japa mala, y cómo lo usa. De su tradición en culturas antiguas, de la meditación. Y me resuenan tanto sus palabras que identifico todas aquellas emociones perturbadoras que me alejan del hoy. Que rompen la armonía con tribulación y me generan ansiedades que no logro aforar. Sé que muchas de ellas me crean estados anímicos negativos. Y un sinfín de dolencias físicas ya evidenciadas. Me habla de evitar divagaciones mientras la perfección de 108 cuentas a través del anular y su conexión con nuestro corazón crea realidades que el cerebro límbico reconoce. Mientras el índice libera energía que no necesitamos porque nos ata. Y tal vez muchas más cosas que el común desecharía, pero yo escudriño por propio beneficio.

Este lugar está viciado. De juicios y reproches. De "mala vibra". De mucho apego pero poco afecto. Se ha convertido en una cárcel sin barrotes, donde lo que menos consigo es paz. Quizá muchos tengan razón. Habrá situciones que gatillen mi respuesta fisiológica ante todo un universo mental, psíquico y emocional. Y una imperante necesidad de soledad. No de aislamiento, sino de espacio. Donde convivir sea un acto natural y no impuesto. Donde esté quien quiere, y no quien tiene obligación. Pero toca menguar por ahora, hasta que la vida perdone karmas pasados y se digne a otorgar indultos.
Julio llegó. La tradición reza sobre misticismo. Quedan 21 días para no defraudarnos.
Solo ruego al "universo" que se cumplan justos anhelos, y yo resuelvo el resto.

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