hasta que se me vuelva a secar el corazon
"En realidad el insomnio es como un sueño, pero sin sueño. En el insomnio comparecen ansiedades que durante el día estuvieron arrinconadas; proyectos todavía inmaduros que necesitan cálculos, previsiones, ajustes; culpas recién instaladas en la conciencia."- M. Benedetti.
He hecho de todo para no pensarte tanto. Para no desgastar tu energía con mi vampirismo emocional. Para no llenarme yo de inquietudes innecesarias.
Recordaba aquella noche, si no me equivoco era la navidad. Yo sentía una felicidad infinita. Nada me podía brindar mas plenitud. Eras tu. Y te dije, con la angustia de palabras no apropiadas, o a destiempo, "Cásate conmigo!"
Mas allá de una invitación efímera, era una genuina propuesta de extender ese éxtasis a cada día de mi vida. Mucho sucedió entre ese entonces y nuestro ahora.
Me atrevo a decir, quizá aun nublado por la emocionalidad, que vivimos una luna de miel incluso mucho antes de comenzar esta empresa fallida. Insisto que algún paso nos saltamos. Y nos ha costado hasta las ganas de enmendar caminos torcidos.
No se si hablo por ambos. Pero yo he sido muy feliz. Y me rehúso a creer que la felicidad es breve. En la madurez de lo que siento, te necesito porque te amo.
De nada vale que yo me empecine en esto, si escucharte me astilla las penas y las barre con la escoba dorada de sabina. Pero ya una vez esa magia del verbo me envolvió en la nebulosa de mis propias convicciones. Se que la realidad es diferente. Y tu voz no tiene esa dulzura, ni hay te quieros, ni nada. Hoy ya somos inertes.
Si eres mas feliz sin mi, lo aplaudo con resignación mientras me alejo. Ya hemos luchado suficiente por este agonizante enfermo. Hay que darle paz. La que tu anhelas. La que yo no brindo, tal vez. La paz sea contigo. Toda mi paz. La paz del Yo.
Y si has de partir, yo quemaré todos los puentes que lleguen a ti. Para evitar volver cuando llegue la angustia. Y asi, ya en la distancia, tu podrás ser tu en plena libertad, y yo seré yo, cautivo en mis memorias de ti, al menos hasta que se me vuelva a secar el corazón.
He hecho de todo para no pensarte tanto. Para no desgastar tu energía con mi vampirismo emocional. Para no llenarme yo de inquietudes innecesarias.
Recordaba aquella noche, si no me equivoco era la navidad. Yo sentía una felicidad infinita. Nada me podía brindar mas plenitud. Eras tu. Y te dije, con la angustia de palabras no apropiadas, o a destiempo, "Cásate conmigo!"
Mas allá de una invitación efímera, era una genuina propuesta de extender ese éxtasis a cada día de mi vida. Mucho sucedió entre ese entonces y nuestro ahora.
Me atrevo a decir, quizá aun nublado por la emocionalidad, que vivimos una luna de miel incluso mucho antes de comenzar esta empresa fallida. Insisto que algún paso nos saltamos. Y nos ha costado hasta las ganas de enmendar caminos torcidos.
No se si hablo por ambos. Pero yo he sido muy feliz. Y me rehúso a creer que la felicidad es breve. En la madurez de lo que siento, te necesito porque te amo.
De nada vale que yo me empecine en esto, si escucharte me astilla las penas y las barre con la escoba dorada de sabina. Pero ya una vez esa magia del verbo me envolvió en la nebulosa de mis propias convicciones. Se que la realidad es diferente. Y tu voz no tiene esa dulzura, ni hay te quieros, ni nada. Hoy ya somos inertes.
Si eres mas feliz sin mi, lo aplaudo con resignación mientras me alejo. Ya hemos luchado suficiente por este agonizante enfermo. Hay que darle paz. La que tu anhelas. La que yo no brindo, tal vez. La paz sea contigo. Toda mi paz. La paz del Yo.
Y si has de partir, yo quemaré todos los puentes que lleguen a ti. Para evitar volver cuando llegue la angustia. Y asi, ya en la distancia, tu podrás ser tu en plena libertad, y yo seré yo, cautivo en mis memorias de ti, al menos hasta que se me vuelva a secar el corazón.
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