Lift me like an olive branch, and be my homeward dove

Algunos principios teológicos enseñan que la vida es un giro eterno. Y si analizara cautelosamente esta afirmación concordaría con el hecho de que definitivamente hay circunstancias que son cíclicas y repetitivas. Pero mi intención hoy no es ser reiterativo en dichos acontecimientos, sino más bien, revivir esos episodios que se van "desvaneciendo poco a poco en su tiempo, volviéndose recuerdos, brumas de otra época, hasta que los asimile el olvido".

Era la noche de un 30 de abril. Si me permito ser honesto, diría que ese día me enamoré de tu mirada. Del resto, fue solo cuestión de días...

En un par de cuadras ya sabía más de tu vida que de la mía. Fue una conversación tan simple, tan honesta, que se extendió ante los más diversos temas. Un apetizer turco, un par de tragos de dulce sabor. Todo acotado. Todo suficiente. [Souffle saccadé. Voilà qui laisse deviner. Que tout se décide]

Pero al fin acordamos que habría una próxima vez, que se convirtieron en muchas veces. Porque, según Kundera, "sólo aquello que es necesario, tiene peso; solo aquello que tiene peso, vale... La grandeza del hombre consiste en que carga con su destino como Atlas cargaba con la esfera celeste a sus espaldas... pero el hombre, dado que vive sólo una vida, nunca tiene la posibilidad de comprobar una hipótesis mediante un experimento y por eso nunca llega a averiguar si debía haber prestado oído a su sentimiento o no... [porque] existe en el reino de lo posible una cantidad infinita de amores no realizados..."

El devenir de la vida tuvo sus casualidades absolutas. Fuimos y vinimos en un periplo surreal. Y recontar la historia tantísimas veces contada se hace innecesario. 

Verte hoy fue casi milagroso. Quizá es parte de un extraño ritual que la vida ha consagrado para cada 30 de abril por la tarde. Y sentir que ya no dueles, es parte del milagro de la sanación. 

Una vez te hice saber que amar significa que no te cambia el tiempo, ni las tempestades; es darte un lugar en mi corazón para que te quedes  y saber que en el tuyo hay un lugar para mí. Y te reitero: espero verte siempre grande y libre. Porque hoy yo aprendí que finalmente te he dejado en libertad.

¡Vuela alto, hacia los acantilados!

Tuyo, siempre.

Juan.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Ojalá nunca hayas leído nada de lo que te he escrito...

En libertad

Invicto