Sin rescoldo de resentimientos
Nos reencontramos: tu y yo. Quizá como siempre ha sido, pero esta vez en extrañas circunstancias. Hoy la vida nos reúne, "heridos y contusos", pero en la determinación de sernos compañía.
Siempre es más fácil que las letras se ajusten al mensaje, y que haya más gallardía para decir lo que debe decirse. Ha sido un largo camino. Y el recorrido ha sido agotador. Tantos vericuetos, tantos recovecos nos han dejado rengos y cansados, con ese agobio del día a día que se hace rutina, esa incertidumbre que parece ser lo único cierto estos días... " Su corazón de ceniza apelmazada, que había resistido sin quebrantos a los golpes más certeros de la realidad cotidiana se desmorona a los primeros embates de la nostalgia. La necesidad de sentirse triste se le iba convirtiendo en un vicio a medida que le devastaban los años..."
He vuelto. Nunca preguntaste, y yo nunca quise decirte, quizá por vergüenza, o por cobardía. Pero después de tanto sigues siendo el safe haven de mis guerras. Para Dumas, hay heridas que nunca sanan, y al primer vestigio de recuerdo se abren nuevamente y sangran, pero tu siempre fuiste bálsamo en mis batallas silentes de esos oscuros días cuando la vida me enseñaba que "para aprender a volar hay que saltar al vacío". Hace días hablábamos de cómo olvidar selectivamente episodios nocivos de la vida, y aunque dices que es posible yo tengo una extraña predisposición al recuerdo. Y más allá de nuestro menesteroso día a día, son esa memorias las que me han flagelado el alama y me la "cristalizan con la nostalgia". Solo en tu inefable amor he comprendido que somos los de siempre, solo más viejos y llenos de resabios.
Mi vida se quebró en pedacitos, que fui recogiendo y tratando de armar como me era posible. Haciendo de día, y deshaciendo de noche, cuando las penas se despiertan. Pero el toque de la mano del maestro sabe los acordes de una melodía perfecta aún en un instrumento mellado y cuerdas desgastadas.
Tu voz siempre ha sido guía en senderos oscuros. Y si uno escucha, se da cuenta que parece que realmente conoces todos los caminos de la tierra. Uno a veces se equivoca sin capacidad de rectificación. Fue mayor mi imprudencia que tu probada sensatez. Y caminé por yermos, errante, triste y cansado. En la más absoluta soledad. Fué como descender a los infiernos sin esperanza de resurrección. Reencontrar viejos miedos y descubrir nuevos. Sentir que la vida se extinguía en una melancolía sempiterna, azorada por la consciencia de las malas decisiones.
La ceguera espiritual incapacita más que la física, y nos lleva a desfiladeros de donde no salimos ilesos. Y allí nos consumen la levedad o el peso. Para mí siempre más el peso que la levedad.
Me recibiste como siempre. Como si nunca me fui. Como si siempre me esperaste. Como si una extraña omnisciencia te permitía saberlo. Y aunque aún hay pedacitos regados me he ido completando como si supieras de memoria donde va cada piecita.
Las traiciones que más duelen son las que uno perpetra contra sí mismo, pero el verdadero amor todo lo sufre, todo lo espera y todo lo soporta. Hay címbalos que retiñen, pero son figuras de yeso, vacías, como pozos sin fondo.
Somos un binomio perfecto, empatía intelectual y emocional. Nos acompañamos nuevamente, "sin rescoldo de resentimientos". Pasará el tiempo y llevará consigolos sinsabores, y todo mal recuerdo irá "desvaneciéndose poco a poco en su tiempo, volviéndose recuerdos, brumas de otra época, hasta que los asimile el olvido". Hemos sido víctimas fáciles de las trampas caritativas de la nostalgia, pero oportunamente aprontaremos el ánimo y emprenderemos vuelo, con viento a favor. Borrarremos lo absurdo, "lo último que va quedando de un pasado cuyo aniquilamiento no se consuma, porque sigue aniquilándose indefinidamente, consumiéndose dentro de sí mismo, acabándose a cada minuto pero sin acabar de acabarse jamás".
Y nos renovaremos, y seremos no mejores, ni peores que antes, sino más bien, complementarios.
Comentarios
Publicar un comentario