il y a trois mois... J'ai oublié ton lointain visage
Il y a trois mois lorsque j'ai vu ton visage pour la dernière fois. Et j'essayes d'écrire en français à l'honneur ce qui jadis nous liait, ce qui a été.
A lo mejor sea todo lo que pueda escribir por ahora. Puede que sea mejor así. Porque revolver los recuerdos en otra lengua es un poco mas difícil, y con esta, me vienen todos. En especial ese. Tu y yo frente al espejo, ensayando la famosa e y la famosa u, tus adulaciones sobre mi buen desempeño, tu rostro, y muy especialmente, aquel abrazo que, si mal no recuerdo, fue el ultimo que recibí de ti.
Hace tres meses de ese día oscuro en que mis viscerales decisiones te empujaron a ese abismo de rencores, del cual jamás saliste y del cual jamás saldrás. Y en estos tres meses he podido quererte y desquererte, recordarte y olvidarte, revivirte y enterrarte, todo a la vez, y en repetidas ocasiones, como un loop interminable de ausencias y presencias que un día no siento, y al otro tampoco, pero que me siguen haciendo falta.
Cierto es que mucho ha pasado. Cada quien gira hoy en su esfera. Distantes como supe que seria, y en efecto lo es. Tu ya pronto viajarás de nuevo, seguramente a México, presumo sin prerrogativa. A los tuyos, a los de siempre, a los que me dieron indicios de que las historias que me contaba eran la ilusión mas vaga que un hombre haya alimentado. O quizá a la France, la que conocí en fotos y me emocionaba, la que me aseguraba que de día en día recibiría un poquito de ella, de su cultura, de sus lugares, y por supuesto, de ti.
Ya hoy somos mas viejos, quizá mas sabios, o mas experimentados. A mi me quedan los mismos resquemores, las mismas sociopoatías. Y sobre todo, la desconfianza absoluta en el género humano, esa que febrilmente me hiciste perder, pero que hoy he reencontrado como el más genuino de mis defectos.
Ayer caminaba por esas calles. Las de siempre. Las que atestiguaron todo ese sentir que fui albergando noche a noche. Y era imposible negarse a recordar cuantos buenos tiempos viví. Y asimismo, pensé en cuánto más me gusto quien que vivía en Chacao, y cuanto más falta me hace, que quien vive en la otra cuadra, cerca, muy cerca, pero a la vez tan lejos.
En tu falta absoluta, hoy reconocida y refrendada, pienso cuanto me abrió los ojos tanta fantasía. Como cruelmente me ufanaba de no creer en el amor y no necesitarlo, hasta quedar desnudo de todas mis corazas, por ti. Y caer en cuenta de esa enorme necesidad de afecto real y sincero. Y también entender que no existe. Que he escogido el rumbo incorrecto. Que la vida no es esa frenética utopía de querer y dejarse querer. Que en este mundo, ávido de amor, comprensión y aceptación, solo hay espacio para que las pasiones efervezcan, pero mientras, los sentimientos menguan.
Han habido nuevos actores. Pero el mismo libreto, y la misma historia. Y el mismo aburrimiento y la misma tragedia. Convencidos ellos de un "amor" que, río al pensar en ello, tu agotaste para siempre. Pero hay formas de amar. Y supongo que no siempre se ama de la misma manera. No con ello quiero decir que no hayan revuelto afectos, pero el templo que construyen lo han destruido por si mismos, porque la raza humana no entiende, o al menos estos discapacitados sentimentales a los que por inclinación pertenezco, que siempre será más útil que exista coherencia entre discurso y acción. Decir y hacer, y contradecirse en ello, parece ser el desafío de estos, de nosotros, de los "diferentes".
Hoy, como en tiempos ya pretéritos, voy configurando nuevas estrategias. Dejar de insistir en algo que ha probado ser causa perdida.
Te dedico esta canción, a modo de despedida. Porque a ellos los conocí por ti. Y con ellos amenizamos los breves ratos que nos concedió la vida luego de tu retorno. Porque me recuerdan un poco a Manu Chao, y porque sé cuánto te gusta ese estilo de música. Yo los sigo atesorando, esos momentos son más valioso que el oro.
Tres meses han pasado. Ya no veo tu rostro. Ya no escucho tus canciones. Ya no anhelo un imposible. Sigo volteando a ver si en algún momento te encuentro por esa calle. Nunca apareces. Nunca lo harás. He olvidado tu rostro distante...
A lo mejor sea todo lo que pueda escribir por ahora. Puede que sea mejor así. Porque revolver los recuerdos en otra lengua es un poco mas difícil, y con esta, me vienen todos. En especial ese. Tu y yo frente al espejo, ensayando la famosa e y la famosa u, tus adulaciones sobre mi buen desempeño, tu rostro, y muy especialmente, aquel abrazo que, si mal no recuerdo, fue el ultimo que recibí de ti.
Hace tres meses de ese día oscuro en que mis viscerales decisiones te empujaron a ese abismo de rencores, del cual jamás saliste y del cual jamás saldrás. Y en estos tres meses he podido quererte y desquererte, recordarte y olvidarte, revivirte y enterrarte, todo a la vez, y en repetidas ocasiones, como un loop interminable de ausencias y presencias que un día no siento, y al otro tampoco, pero que me siguen haciendo falta.
Cierto es que mucho ha pasado. Cada quien gira hoy en su esfera. Distantes como supe que seria, y en efecto lo es. Tu ya pronto viajarás de nuevo, seguramente a México, presumo sin prerrogativa. A los tuyos, a los de siempre, a los que me dieron indicios de que las historias que me contaba eran la ilusión mas vaga que un hombre haya alimentado. O quizá a la France, la que conocí en fotos y me emocionaba, la que me aseguraba que de día en día recibiría un poquito de ella, de su cultura, de sus lugares, y por supuesto, de ti.
Ya hoy somos mas viejos, quizá mas sabios, o mas experimentados. A mi me quedan los mismos resquemores, las mismas sociopoatías. Y sobre todo, la desconfianza absoluta en el género humano, esa que febrilmente me hiciste perder, pero que hoy he reencontrado como el más genuino de mis defectos.
Ayer caminaba por esas calles. Las de siempre. Las que atestiguaron todo ese sentir que fui albergando noche a noche. Y era imposible negarse a recordar cuantos buenos tiempos viví. Y asimismo, pensé en cuánto más me gusto quien que vivía en Chacao, y cuanto más falta me hace, que quien vive en la otra cuadra, cerca, muy cerca, pero a la vez tan lejos.
En tu falta absoluta, hoy reconocida y refrendada, pienso cuanto me abrió los ojos tanta fantasía. Como cruelmente me ufanaba de no creer en el amor y no necesitarlo, hasta quedar desnudo de todas mis corazas, por ti. Y caer en cuenta de esa enorme necesidad de afecto real y sincero. Y también entender que no existe. Que he escogido el rumbo incorrecto. Que la vida no es esa frenética utopía de querer y dejarse querer. Que en este mundo, ávido de amor, comprensión y aceptación, solo hay espacio para que las pasiones efervezcan, pero mientras, los sentimientos menguan.
Han habido nuevos actores. Pero el mismo libreto, y la misma historia. Y el mismo aburrimiento y la misma tragedia. Convencidos ellos de un "amor" que, río al pensar en ello, tu agotaste para siempre. Pero hay formas de amar. Y supongo que no siempre se ama de la misma manera. No con ello quiero decir que no hayan revuelto afectos, pero el templo que construyen lo han destruido por si mismos, porque la raza humana no entiende, o al menos estos discapacitados sentimentales a los que por inclinación pertenezco, que siempre será más útil que exista coherencia entre discurso y acción. Decir y hacer, y contradecirse en ello, parece ser el desafío de estos, de nosotros, de los "diferentes".
Hoy, como en tiempos ya pretéritos, voy configurando nuevas estrategias. Dejar de insistir en algo que ha probado ser causa perdida.
Te dedico esta canción, a modo de despedida. Porque a ellos los conocí por ti. Y con ellos amenizamos los breves ratos que nos concedió la vida luego de tu retorno. Porque me recuerdan un poco a Manu Chao, y porque sé cuánto te gusta ese estilo de música. Yo los sigo atesorando, esos momentos son más valioso que el oro.
Tres meses han pasado. Ya no veo tu rostro. Ya no escucho tus canciones. Ya no anhelo un imposible. Sigo volteando a ver si en algún momento te encuentro por esa calle. Nunca apareces. Nunca lo harás. He olvidado tu rostro distante...
Comentarios
Publicar un comentario