Ready for the novel

Hoy fue un día extraño. Me levanté antes que sonara la alarma, sin ánimo de comenzar la rutina de siempre. Y con ese mismo malestar de la noche anterior, que vino a ser una bofetada de la realidad que pudiera ser inminente, como para dejar en claro que todo es cíclico.

Me miré al espejo dentro del ascensor, como tratando de encontrarme. Y reconocí a mi yo, el de siempre, en una especie de ejercicio  autoexploratorio, con el mismo desdén por la vida, ya sin las subjetividades que intentaban soslayar esa tristeza a la que parezco siempre propenso.

Caminaba por inercia, con pasos firmes pero sin destino. Y lo único que deseaba era bajar el volumen al mundo. Silenciarlo todo para poder descansar un rato. Pero siempre existe el riesgo de escucharse a sí mismo.  Diez minutos más tarde llegaba a mi destino. Y pensaba en que sería el momento justo para apagar mi humanity switch. Sentí deseos de hablar con mi former soul sister, pero sacudí la cabeza en desaprobación, porque el mal ajeno entretiene, y nunca nadie ha dado respuestas a dramas ajenos. Pensé "I'm PMSing, that's all". Y traté de comenzar el día. Sólo con café, porque el hambre menguó hasta medio día.

Números. Dudas. Pensamientos. Mas números. Más pensamientos. Más what-ifs. Muchos mas números.

¿Cómo evadir todo ese ruido? Cómo dejar de pensar en un futuro que no existe aún.

Algo se gesta. Mi refinado espíritu se sensibiliza ante esos extraños presagios. Y se auroflagela pensando y repensando.

Esa vividez de mi memoria es espeluznante a veces. En el bathroom toll, en el muro. En la sala de conciertos. En los chinos. En el árbol. En tu habitación. El primer síntoma de enfermedad esa mañana siguiente. En la pastelería muy a lo Manhattan. Ese día del parque y mis angustias quemandome neuronas. El día del Gabial. La tarde de lluvia. Los amaneceres sabatinos. Choroni. El estar juntos. Navidad.Galipan. La vida. Las ilusiones todas. Las ganas. Los sueños. La irracionalidad y la duda. El no entender. El compararse. La desventaja. Los miedos. La locura. Tú.

Que importa ya lo que pase. Comienza el juego. Unos ganan y otros pierden. Yo soy ya ganador. He ganado memorias que han sobreescrito todas las falacias contadas en este espacio. He ganado la convicción de que sanamos cuando es meritorio y no cuando nos persuadimos a hacerlo. Cuando recordar es simple ejercicio de memoria y no ignominia. Cuando las historias, por breves que sean, son fidedignas.

Ya no hay vuelta atrás. Somos los de la tumba de Mystic Falls. Disecados, pero no muertos. Revividos. Con resentimientos, si. Pero aprendiendo a sobrellevarlos.

El autor piensa como dar fin a su obra.

"...I realized the problem. You write short stories... and I think you like living short stories, but I'm kinda ready for the novel."

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