Entradas

Mostrando entradas de marzo, 2017

El número maestro

Son 33. No los reconozco, ni siento haberlos vivido todos. Pero son 33 revoluciones alrededor del sol. Y yo haciendo historias. Algunas tan vívidas que parecen tiempo presente. Otras tan borrosas que no sé si son memorias o inventiva de mi psiquis. Hoy me dió por recapitular. Fue un recorrido interesante, pero no necesario. Es más grato el presente. En el están los de siempre. Los indispensables. También los fieles. Los hay cordiales pero irrelevantes. Los hay sorpresivos por su buena memoria. Y los hay indiferentes. Los hay detallistas, como negarlo. Y los que se esfuerzan por contar, pero nos aburren con su insistencia. Tengo suficiente para sentirme dichoso. Aunque no lo discierna. Pero haré un esfuerzo por reconocerlo. Tengo una compañía no indispensable, ni imprescindible. Mucho menos platónica que hace días, quizá. Pero con gestos impensables que me hicieron sonreír con honestidad. Los valoro con gran deferencia. P...

If you had met me in 1864

Insomnio. Nicotina. Pensamientos y recuerdos. Parece una noche cualquiera, de las de siempre. Y es que poco a poco nos volvemos los mismos. No hay que mirar atrás, o menguarían las ganas de seguir adelante. Y el futuro es promisorio en la medida que se entienda desde un hoy menos complejo. Hay personas maravillosas a mi alrededor. La mayoría piensa que les enseño, pero es a la inversa. Me nutren sus ánimos, aunque brevemente. Y son la única ancla en mares revueltos. Y vaya que lo han sido las últimas horas. Y voy recordando por qué busqué refugio en ellos, y aún sirven para olvidar la dantesca realidad, mientras no dormimos. Habrá que inventarse una de Bourne Identity y comenzar de cero. Pero hacer reset completo, porque de nada vale un cúmulo de memorias ocupando espacio. No es teoría del color, como le llamas. Es cuestión de contraste y combinación. Siempre lo hemos sabido. Pero se va agotando la resilienci...

Cardiopatías irracionales, y otras boludeces.

Imagen
Predecible, ciertamente. Aquí estamos. Porque los pensamientos se desordenan fácilmente y con frecuencia. Pero a pesar de ese constante remordimiento por echar perlas a los cerdos, hay que tener en cuenta que la vida no se detiene. Que hay que purgar culpas y seguir adelante. E intentar, una y mil veces si fuere necesario, hasta que el boceto que bosqueja nuestra mente sea plasmado con cierta fidelidad. Pediría treguas, pero el ritmo de batalla se desaceleraría y no habría vuelta atrás. Cantaría victoria la conciencia. Seríamos menos audaces en engañarnos con gusto, y miraríamos la humanidad con mayor displicencia. No es hora de subjetivar hechos. Me absuelvo de culpas. Pero me mofo de mi ingenuidad. Porque soy magnífico constructor de castillos de arena en costas azotadas por vendavales. Y tú, artífice absoluto de los más sutiles subterfugios. También te libero de la responsabilidad de arrastrar un yugo desigual. Hoy seremos más lo que en realidad somos. Y menos lo que pr...